domingo, 21 de junio de 2009

ESTOY AQUÍ

Vivo en un país lejano,
no sé cómo he llegado
hasta aquí.
Me imponen otra
manera de pensar,
de vivir,
incluso de hablar.
He decidido que no,
que yo me comunico
en español…
Sólo conozco,
un poco, la lengua
de la Inés y la Teresa,
del Federico y de algún
que otro Miguel.
Además es la que
escuché a mis padres
y con la que amé.
No sé si voy a ser
leída, lo que sí
sé es que escribiré
-si me dejan-
algún rato del tiempo
que pase aún
por aquí.


M. Godúver

2 comentarios:

viky frias dijo...

Creo reconocer la sensación
De vivir en tierra extraña
Y no compartir el idioma
En que hablas o te hablan.
Poco depende del diccionario
O de la gramática.
Es la pura sensación de soledad
Por ser humana:
Una combinación original
De genes y experiencias
Que lleva cada cual
Inscrita en sus neuronas.
La probabilidad de encontrar
Interlocutora acertada
Es tanto menor
Cuanto más esté desarrollada
La vida interior.

mcarmen dijo...

emocionante valoración de la lengua materna!, es una opción, pero tambien puedes no tener lengua propia porque se haya hecho la lengua de todos los que encuentras. A veces pienso que cuanto menos tengo, intrapsiquicamente o externamente, soy más feliz. Chorraditas. Lo que importa es lo bien que sabes decir con palabras tus sentimientos o creencias