viernes, 30 de octubre de 2009

A MIS OTRAS DOS MANOS



Acusaban todos tanto el temor
de que se les imponga la palabra
que algunos deciden, una mañana,
salir a comprar un ordenador

para poder desterrar el temblor
que les sobrecoge cada semana,
cuando el lunes dejan las sábanas
con tanto sufrimiento y dolor.

Porque no quieren pensar en la pasta.
Precisaban disfrutar del color,
lo demás era absurdo y de plastas.

Porque no le dedican al amor
todo el tiempo que les venga en gana.
¡Este atípico soneto es un horror!


M. Godúver

1 comentario:

viky frias dijo...

No es baladí
rimar catorce versos así,
catorces versos endecasílabos
como en los tiempos de Boscán:
ya sólo los poetas finos
se detienen a contar.
El significado del soneto
para mí es un secreto;
sin embargo en este momento
trabajar la forma es prioritario
y lo demás, secundario.