lunes, 9 de noviembre de 2009

MOMENTOS



Compartíamos la carne
al comenzar la tarde,
alguien se acercó
a la mesa:
comimos tres.
Te escuchaba alegre
mientras hablabas.
Sonreías feliz,
yo estaba por ti.
Te quedaste,
me marché.
Los cromos entregados
llegaron impregnados
con tu aroma…
me recordaron
tu piel,
la dicha de ayer.

M. Godúver

1 comentario:

viky frias dijo...

Este poema me encanta:
qué dicha compartir la carne
como en la comunión eclesiástica,
donde todos participan
y el cuerpo permanece
completo en cada partícula.
Si así lo afirma la iglesia,
¿por qué tan mal les parece
que se comparta a la gente?