domingo, 25 de septiembre de 2011

100 MIL POETAS...













Asisto a una lectura de poesía,
compruebo que expresan
los problemas que se respiran.
Leen lo escrito con la pluma
en la soledad de sus estancias
y se manifiestan en grupo
elevando la voz ante el mundo.
Poetas reunidos en distintos
puntos de esta diminuta tierra
porque no están de acuerdo
con el montaje de los poderosos
que, sin quererlos, nos gobiernan;
con tantas injusticias
vividas día a día
a las que no les plantamos cara
porque seguimos adelante
y les damos la espalda.
Me siento una pequeña
lágrima en el océano de miserias
que asolan el planeta,
me considero un insignificante
granito de arena.
Quizá en algún momento
me anime y salga a la palestra
con la voz en un susurro
de desesperación, de impotencia…
por si alguien me oyera.
Gracias por estar ahí, poetas.


M. Godúver











viernes, 23 de septiembre de 2011

HOJAS DE OTOÑO






Las hojas caen por todas partes
anunciando la estación,
no deben ser apreciadas
por los que limpian las calles
pero, quizás, son queridas
por almas enamoradas.
Nunca llueve a gusto
de todos, da igual que sean hojas,
agua o cualquier materia.
Se han desprendido de las ramas,
las hojas han decorado las aceras,
vuelven a la tierra.



M. Godúver

miércoles, 14 de septiembre de 2011

OTROS ONCE-ESE




El de los pobres, el de los humillados,
el de los asesinados…
y el de algunos enamorados.
Luego, se lo apropian algunos poderosos
para homenajes y condecoraciones.
Conozco más onces de septiembre
a través de algunas amigas
que lo vivieron en primera persona:
el de Chile con la muerte de Allende,
en el año setenta y tres,
una de mis amigas estaba allí
y lo recordará siempre.
Otra de mis amigas comenzó
una historia de amor
algún once de septiembre.
Once de septiembre de la muerte,
el odio y la lucha por el poder;
once de septiembre de la vida,
el amor, la dicha y la alegría.
Cada una rememora su once-ese.


M. Godúver

viernes, 9 de septiembre de 2011

OTRAS FÓRMULAS

Millet



Si la fórmula es matemática, cuantificable,
es muy fácil saber quién ostenta el poder.
Otras veces la combinación es calificable,
en ese caso es una desfachatez
mostrar poder sin saber.
Necesitamos pócimas mágicas,
y cócteles de felicidad
para conseguir otras maneras de vivir
que sean más justas y humanas,
que mezclen y combinen
un mucho de alegría
con un bastante de bondad y sabiduría.



M. Godúver



jueves, 1 de septiembre de 2011

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO




Un calendario colgado en la pared mostraba una fecha, sería hacia la mitad del siglo xx. El editor Bordas encargó a Jean Cocteau unos dibujos para ilustrar la portada de un libro e incluir unas litografías en el interior. Estoy hablando de la obra de teatro Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams, traducida al francés por Paule de Beaumont, se publicó en París, en el año 1949.
Unos sesenta años después llega un ejemplar de esta tirada a una librería de viejo. La descripción física del libro podría ser la siguiente: encuadernado en holandesa con lomo de piel y nervios dorados, el encuadernador no ha conservado la cubierta, el propietario del libro escribió su firma en la portadilla y ha sido tachada con rotulador, el resto del libro se conserva en buen estado. También se podría añadir el número de páginas y el tamaño del mismo.
Un coleccionista nunca compraría este libro porque está mutilado. Pero vayamos al asunto que nos ocupa.
La historia del ejemplar sigue adelante.


Una librera lo compra para regalarlo a una amiga porque el libro le ha llevado a pensar en recuerdos de otro tiempo. Unos jóvenes habían formado un grupo de teatro llamado Desfase, la hoy librera hubiera podido actuar igual que sus amigas, pero se limitó a acompañarlas y nunca se preparó papel alguno, no se sabe bien si por pánico escénico o, quizás, porque estaba ensimismada en sus paseos, sus lecturas… y prefirió seguir a su aire.
En fin, la librera acaba de ver a una de aquellas jóvenes que sí fueron actrices y piensa que, su amiga, hubiera podido representar el papel de cualquiera de las protagonistas de esta obra teatral. Después empaqueta el libro y se lo envía a su domicilio en recuerdo de aquellos años, cuando estudiaban en el instituto.


M. Godúver