jueves, 16 de febrero de 2012

MUJER LEYENDO

Picasso


Resulta curioso sorprender

a una persona conocida

en un momento en el que no espera

ser vista y la mirada de un transeúnte

ni se la imagina. En un café del barrio

desayunaba y leía el periódico

alguien que en otro tiempo

me hubiera gustado hablarle

acerca de un trabajo que me traía

entre manos. El interés que me suscita

hoy está muy lejos del que me despertaba

antes. No obstante, al verla con el bocado

entre los dientes y pasando las hojas

de un diario leyendo titulares por encima

me ha provocado una sonrisa

al comprobar que se guarda una cierta

estima a quienes de alguna manera

han formado parte de mi vida.



M. Godúver


1 comentario:

viky frias dijo...

Comerse las letras de un diario,
en soledad,
se vuelve un acto íntimo
y no debería ser observado.
Imágenes nuestras circularán,
en las posturas más abstrusas:
son tiempos de cámaras profusas
que no dejan títere sin retratar.
Sin embargo,
mientras haya miradas amigas
podemos estar tranquilas.