viernes, 30 de mayo de 2008

¡LOS LIBROS!


ÁLVAREZ DE TOLEDO, Isabel: LA HUELGA

Juan descendió de la cama procurando no despertar al Fernando. Era temprano para los que iban a la escuela. Se acercó a la puerta, andando sobre la punta de los pies. La humedad del terrizo le molestaba. Abrió, comprobando que el tiempo había cambiado. Las losas del patinillo estaban secas y el muro en ruinas no rezumaba agua. La tierra tapia, se desprendió durante el invierno, seguía allí, amarilleando entre manchones de cal.
(…)- Sí, hijo. Tienes razón…
El P. Demetrio fijó los ojos en el crucifijo que adornaba la pared.
-Todo esto puede resumirse en una frase: el mundo, ¡nuestro pobre mundo!, ha perdido la humildad.

París-Fuenterrabía-Sanlúcar. 1964.

ÁLVAREZ DE TOLEDO, Isabel; La huelga, Buenos Aires, Schapire Editor S.R.L., 1974, 285 pp., Págs.: 7 y 285.
......................................................
AMORÓS, Celia: HACIA UNA CRÍTICA DE LA RAZÓN PATRIARCAL

Si la estructura de la familia es tan plástica y adaptable como para ser compatible con este programa: abolición de los roles esenciales –así como de sus juegos invertidos, en todas sus combinaciones adefésicas que hacen de la crisis de los géneros un carnaval de los roles-, de la división del trabajo y de la diferenciación de los proyectos vitales en función del sexo –entre otras cosas-, si a lo que resultara de su problemática realización se le debería llamar o no familia no nos preocupa fundamentalmente, si bien nos tememos que la familia tendería a perpetuar de algún modo los roles sexuales. Pero no se trata tanto de si el amor y la familia están hechos o no el uno para el otro, como de que ninguno de los dos parecen estar hechos para la emancipación de la mujer y para la construcción de una sociedad de individuos, no de extraños apaños de partes masculinas y femeninas, escombros de esencias resultantes de la demolición a medias del sistema género-sexo y que carecen de sentido.
Quizás el drama del amor se parece bastante al de la ética. En una sociedad sin violencia, en la que imperara el reino kantiano del reconocimiento de los otros como fines, sería posible en la medida en que no sería ya necesaria. En una sociedad como la nuestra es necesaria pero no es posible. El amor, en una sociedad en que la diferencia de sexo no implicara hegemonía ni poder sería posible, pero ya no sería necesario (al menos, en la forma en que lo conocemos y lo vivimos). En nuestra sociedad nos es necesario, pero no es posible. No obstante, hay que ser éticos como se pueda y de algún modo seguir amando.

AMORÓS, Celia; Hacia una crítica de la razón patriarcal, Barcelona, Anthropos, 1991, ISBN: 84-7658-300-1, 331 pp., págs.: 211 y 212.

...........................




BENEGAS, Noni y MUNÁRRIZ, Jesús: ELLAS TIENEN LA PALABRA

En efecto, si se revisan las antologías de los últimos años se comprueba la casi nula presencia de autoras y, al tiempo, la falta de coincidencia entre los antólogos al realizar la criba, pues cuando incluyen mujeres nunca aparecen los mismos nombres. Cuando se duda, entonces, de la calidad de esos trabajos para postergar su reconocimiento, lo que aflora es la ausencia de criterios para valorarlos. Tampoco los hubo para juzgar a sus antecesoras. Parece, más bien, que en muchos casos se las anexiona según el grado de afinidad que mantengan con la corriente que el antólogo busca imponer. Su presencia, así como la de otras figuras secundarias masculinas, contribuye a engrosar la tendencia en cuestión y a apuntalar la posición de los líderes del grupo. Estas maniobras revelan que el campo literario, como cualquier otro, está atravesado por oposiciones y antagonismos entre sus componentes y que la irrupción de recién llegados modifica las relaciones de fuerza entre ellos.

Y es que no sólo el número de las poetas asusta. También la novedad de asuntos y estilos que traen esas obras, ya refrendadas por el mercado, obliga a revisar los criterios de valor para todo el campo. Se olvida que a menudo las elecciones formales – metros clásicos contra verso libre, por ejemplo- responden, más que a estrategias estéticas, a tomas de posición políticas de sus defensores dentro del feudo poético. De ahí la andanada de invectivas que se han dirigido, tanto en contra de sus contenidos –si claros, inmorales; si a media luz, incomprensibles-, como en contra de su éxito, atribuido a la moda y, por tanto, pasajero. Ladran, luego cabalgamos. Pues el hecho mismo de producir efectos, aunque sean reacciones de resistencia o exclusión, ya es existir en un campo.



BENEGAS, Noni y MUNÁRRIZ, Jesús (estudio preliinar de Noni Benegas); Ellas tienen la palabra. Dos décadas de poesía española. Antología, Madrid, Hiperión, 2006, 669 pp., págs.: 20-21.
.........................................


CABALLERO, Fernán (seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea): CLEMENCIA

-No se canse usted, don Silvestre; cada casa es un mundo –decía una tarde de verano de 1844 la marquesa de Cartagena a su amigo y compadre don Silvestre Sarmiento, mientras éste sorbía paladeándola una taza de café-. Tómelo usted por arriba, tómelo usted por abajo, cada casa es un mundo, aunque usted diga que no.
(…)Clemencia se acercó a su marido para leer el papel.
-Bien sabe la rosa…
-¡En qué mano posa! –exclamó Clemencia acabando la frase que recordó, y apoyando su rosada cara en el noble pecho de su marido.

CABALLERO, Fernán: Clemencia, Madrid, Cátedra, 1975, ISBN: 84-376-0042-1, pp.: 73 y 372

……………………………………………………..
CASTRO, Rosalía de: EN LAS ORILLAS DEL SAR

Del antiguo camino a lo largo,
ya un pinar, ya una fuente aparece,
que brotando en la peña musgosa
con estrépito al valle desciende.
Y brillando del sol a los rayos
entre un mar de verdura se pierden,
dividiéndose en limpios arroyos
que dan vida a las flores silvestres
y en el Sar se confunden, el río
cual niño que plácido duerme,
reflejando el azul de los cielos,
lento corre en la fronda a esconderse.

No lejos, en soto profundo de robles,
en donde el silencio sus alas extiende,
y da abrigo a los genios propicios,
a nuestras viviendas y asilos campestres,
siempre allí, cuando evoco mis sombras,
o las llamo, respóndenme y vienen.

CASTRO, Rosalía de; A orillas del Sar, Madrid, Cátedra, 1985, ISBN: 84-376-0566-0,
196 pp., pág. 93.

……………………………………………..
CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de: EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

-No vengo, ¡oh Ambrosio!, a ninguna cosa de las que has dicho, respondió Marcela, sino a volver por mí misma, y a dar a entender cuán fuera de razón van todos aquellos que de sus penas y de la muerte de Crisóstomo me culpan; y así, ruego a todos los que aquí estáis, me estéis atentos, que no será menester mucho tiempo ni gastar muchas palabras para persuadir una verdad a los discretos. Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razón de ser amado esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuera feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir: “Quiérote por hermosa, hasme de amar aunque sea feo”. Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas hermosuras enamoran, que algunas alegran la vida y no rinden la voluntad. Que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cual habrían de parar; porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos; y según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: ¿si como el cielo me hizo hermosa, me hiciera fea, fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que, tal cual es, el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprendida por ser hermosa, que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que por sólo su gusto con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder vivir libre, escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos, con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado, y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista, he desengañado con las palabras. Y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Crisóstomo, ni a otro alguno, en fin de ninguno dellos bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en este mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contestara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido; mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa. Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo aun hasta ahora no ha querido que yo ame por destino; y el pensar que tengo de amar por elección, es excusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan, de su particular provecho; y entiéndase de aquí adelante que si alguno por mí muriere no muere de celoso ni desdichado, porque “quien a nadie quiere a ninguno debe dar celos”, que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y basilisco déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Crisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas. Tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a éste, ni solicito a aquél, ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.
Y en diciendo esto, sin querer oír respuesta alguna, volvió las espaldas, y se entró por lo más cerrado de un monte que allí cerca estaba, dejando admirados, tanto de su discreción como de su hermosura, a todos los que allí estaban.


CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de; El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, edición IV centenario, Astrana Marín, Luis (pr.), Madrid, Ediciones Castilla, 1967, LII+1986 pp., págs.: 103-105.

…………………………



CONDE, Carmen: DÍAS POR LA TIERRA

Las víctimas no hablarán:
se ha puesto el silencio en marcha.
Cielo con ira palabras sella.
Suelo con sangre palabras guarda.

Las madres y las esposas
vestidas de muertos callan.

Tumbas y cárceles gimen,
cerrándose a las palabras.

¿Por qué es hombre el que mata? Dilo,
muerto que fuiste un hombre
capaz de matarle.
Habla.
1939

CONDE, Carmen; Días por la tierra, Madrid, Editora Nacional, 1977, ISBN: 84-2760388-6, 163 págs.: 66 y 67. Del libro de poemas: En un mundo de fugitivos (1960).
…………………………………….

CRUZ, Juan Inés de la: INUNDACIÓN CASTÁLIDA

REDONDILLAS

Favorecida y agasajada, teme su afecto
de parecer gratitud y no fuerza.

Señora, si la belleza
que en vos llego a contemplar,
es bastante a conquistar
la más inculta dureza,
¿por qué hacéis que el sacrificio
que debo a vuestra luz pura,
debiéndose a la hermosura,
se atribuya al beneficio?
Cuando es bien que glorias cante
de ser vos quien me ha rendido,
¿queréis que lo agradecido
se equivoque con lo amante?
Vuestro favor me condena
a otra especie de desdicha,
pues me quitáis con la dicha
el mérito de la pena;
si no es que dais a entender
que favor tan singular,
aunque se puede lograr,
no se puede merecer.
Con razón, pues la hermosura,
aun llegada a poseerse,
si llegara a merecerse,
dejara de ser ventura;
que estar un digno cuidado
con razón correspondido,
es premio de lo servido
y no dicha de lo amado,
que dicha se ha de llamar
sola la que, a mi entender,
ni se puede merecer
ni se pretende alcanzar,
ya que este favor excede
tanto a todos, al lograrse,
que no sólo no pagarse,
mas si agradecer se puede;
pues desde el dichoso día
que vuestra belleza vi,
tan del todo me rendí,
que no me quedó acción mía;
con lo cual, señora, muestro,
y a decir mi amor se atreve
que nadie pagaros debe
que vos honréis lo que es vuestro.

Bien sé que es atrevimiento,
pero el amor es testigo
que no sé lo que me digo
por saber lo que me siento.
Y en fin, perdonad por Dios,
señora, que os hable así,
que si yo estuviera en mí,
no estuvierais en mí vos.
Sólo quiero suplicaros
que de mí recibáis hoy,
no sólo el alma que os doy,
mas las que quisiera daros.

CRUZ, Juana Inés de la; Inundación Castálida, Sabat de Rivers, Georgina (ed. lit.), Madrid, Castalia, 1983, ISBN: 84-7039-311-1, pp.: 263-264-265.

…………………………………………
CHACEL, Rosa: CIENCIAS NATURALES

Prohibido rasgar un fósforo en cubierta; una orden lacónica y trivial, pero forzosa. Se prohíbe y, por la simple orden, se posesiona del barco la oscuridad. Haber navegado unas cuantas veces da algo que puede afincarse en la mente como hábito dilecto, como una certeza de ser navegante, de haber vivido los modos habituales del marinero: el más genuino, la pipa. ¿Cómo sentirse marinero sin poder encender la pipa en cubierta? La presencia de la oscuridad intrusa, anuladora de la contemplación, competidora de la dimensión suprema…

(…)

Al despertar, la santa protectora, cumpliendo órdenes lleva el cojín, la píldora somnífera –rechazada-, aceptada a la fuerza por si acaso… Despedida al fin, adiós a la amistad femenina… No es femenino el abrazo, es rudo, axial como el masculino. El adiós femenino –confidencia o abrazo, juego de “Bilitis”- queda en su asentimiento vital, de lo más serio de la vida; las zonas habitadas por la fe –confianza- y la piedad. Separación, trasunto de la muerte en la amistad, y valor compartido… Entregado como el cojín de seda y el consejo –casi mandato- ¡duerme!, olvida el peligro y soporta la tardanza, la lentitud, piensa en lo remoto de ti misma, en el que este amor –amores- a que vas a entregarte es tan remoto en ti que sigue siendo y va a seguir… Duerme, sin distraerte por pequeñas molestias. Duerme hasta que hayan pasado las doce horas y oigas, de pronto, una voz gatuna, ¡señoras, señores!... tomaremos tierra en el aeropuerto de Barajas, MADRID.

CHACEL, Rosa; Ciencias naturales, Barcelona, Seix Barral, 1988, ISBN: 84-322-0588-5, 235 pp., págs.: 7 y 235.


......................

DUNCAN, Isadora: MI VIDA

El carácter de un niño está ya en su plenitud en el seno de la madre. Antes de que yo naciera, mi madre sufría una crisis espiritual; su situación era trágica. No podía tomar ningún alimento, excepto ostras y champaña helados. Si se me preguntara cuándo empecé a bailar, contestaría: “En el seno de mi madre, probablemente por efecto de las ostras y del champaña –el alimento de Afrodita.”
Mi madre estaba en aquellos tiempos soportando una experiencia tan trágica, que solía decir con frecuencia: “Este niño que va a nacer no será normal”, y esperaba a un monstruo. Y, de hecho, desde el momento de mi natalicio, parece que empecé a agitar brazos y piernas con tal frenesí, que mi madre exclamó: “Ya veis que tenía razón: esta niña es maniática.” Pero más tarde, colocada con mis andadores en el centro de la mesa, era el divertimiento de toda la familia y de los amigos, y quería bailar todas las músicas que se tocaban.


DUNCAN, Isadora; Mi vida, Madrid, Cenit, 1929, 366 pp., pág.: 19.


………………………………………………………………..

ESPINA, Concha: ALTAR MAYOR


Avanza el Minerva estruendoso y jadeante, mojado por la lluvia, envuelto en el hálito frío de los montes. Ha dejado atrás Cangas de Onís, el antiguo campo de la Jura, hoy convertido en tierra de maíces; el perfil indómito de don Opas, siempre atormentado en su castigo de piedra al borde de la ruta.
(…) Y callados, anhelantes, ponen los ojos, unidos por una misma inquietud, allí donde el Monte de la Virgen luce perenne en su rútila venera.
Ha salido el sol…


ESPINA, Concha; Altar mayor, Madrid, Aguilar, 1951, col. Crisol núm 326, pp.: 3 y 430.

……………………………
FUERTES, Gloria: OBRAS INCOMPLETAS

AUTOBIOGRAFÍA

A los pies de la Catedral de Burgos,
nació mi madre.
A los pies de la Catedral de Madrid,
nació mi padre.
Yo nací a los pies de mi madre
en el centro de España, una tarde.
Mi padre era obrero,
modista mi madre.
Yo quisiera haber sido del circo
y sólo soy esto.
De pequeña,
fui a un reformatorio y a un colegio gratis.
De joven fui al dolor
y en el verano a un Preventorio,
ahora voy a todas partes.
He tenido lo menos siete amores,
varios jefes malos
y apetito envidiable.
Ahora tengo, dos recordatorios
y un beso, muy de tarde en tarde.


FUERTES, Gloria; Obras incompletas, Madrid, Cátedra, 1979, ISBN: 84-376-0056-1, 364 pp., pág.: 71. Del poemario: Aconsejo beber hilo.

…………….................
GARCÍA LORCA, Federico; Poeta en Nueva York

VUELTA DE PASEO

Asesinado por el cielo,
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñecos que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada
día.

¡Asesinado por el cielo!


GARCÍA LORCA, Federico; Poeta en Nueva York, Madrid, Aguilar, 1986, ISBN: 84-03-06049-1, 261 pp., págs.: 25 y 26.


...........
JANÉS, Clara: LIBRO DE ALIENACIONES


MADRE

Corta la madre el cordón umbilical
más no renuncia al vínculo.
Te empuja a la otredad
pero desesperadamente bebe en tu vida
pues en ella
terrible
y mutilada
su entraña
aún palpita.
¡Qué deuda irreparable la del hijo!

Y sin embargo, a veces, al pasar
la página del libro de los días,
se rasga, fiera, el vientre,
y te envuelve una vez más en su carne
para que no te pierdas,
para que no te mueras
solo,
como un náufrago abandonado al pánico
en el inmenso océano.


JANÉS, Clara: Libro de alienaciones, Madrid, Ayuso, 1980, ISBN: 84-336-0168-7, 121 pp., pág.: 50.
..............................

LAGOS, Concha; Canciones desde la barca

Todo se lo lleva el agua
y qué lejos ya del puerto
las canciones y la barca.
…………………….

Tuve que subir, subir.
¡Qué por alto estaba ya!
Por la orilla iba la pena.
Tuve que bajar, bajar.
Por la orilla, sin consuelo,
mirando el agua llorar.

………………

Canción de lo imposible

Es como si el puente un día,
cansado de ver el agua,
cansado de ver el cielo
en el fondo de su calma,
se fuera por los caminos
y a ser puente renunciara.

………………

Yo no sé por qué camino
caminaron los que dicen
que encontraron su destino.
Puede que la suerte mía
sea descubrir solamente
los que no tienen salida.

LAGOS, Concha; Canciones desde la barca, Madrid, Editora Nacional, 1962, 175 pp., págs.: 31-41-47-71.
........................................

MARÇAL, Maria-Mercè; Antología


Si nos añadimos tú y yo, pieza a pieza,
como una encajadura viviente, dos figuras
se perfilan completas, contundentes:
una de ellas se erige sólidamente, segura,
con los atributos de la mujer completa
y como ella, también, sin solución herida.
La otra surge, poco hábil, de un pasado
desconocido,
se bosqueja como un gesto vacilante, avanza
dando traspiés, tienta caminos no transitados,
se pierde y se encuentra, habla sin lengua…
Y, así, cada una, por separado, nos une
y nos hace indistintas –mitad junto a mitad-
entre ellas luchan sin darnos tregua
y sellan con sangre el pacto del deseo.


MARÇAL, Maria-Mercè, Antología, Aguado, Neus, pr.,Sant Cugat del Vallés, Amelia Romero, editora, 2005, ISBN: 84-8255-066-7, 181 pp., pág.: 155.

……..............
MACHADO, Antonio: POESÍAS COMPLETAS

(Parábolas)

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

MACHADO, Antonio; Poesías completas, Madrid, Espasa Calpe, 1988, ISBN: 84-239-3830-1, XXIII + 1032 pp., págs.: 582 y 583.
.................

MAILLARD, Chantal: HILOS

Primero, el quién.
Luego viene el cuándo.
Peor el cuándo. O no es peor,
es peligroso.
El quién se ajusta con el cuándo
y el temor sobreviene.
El temor a perder.
A perderse. Si al menos
uno pudiese entonces agarrarse
a otras manos,
pero otras igualmente
se agarran a un quien
complicado en un cuando,
cada cual albergándose. Así

que mejor olvidar.
Acariciar al gato.
De bruces. A su altura.
Disminuirse.




MAILLARD, Chantal; Hilos, Barcelona, Tusquets, 2007, ISBN: 9788483103838, 194 pp., pág.: 109.
.........................

MARTÍN GAITE, Carmen: A RACHAS

AMOR NÓMADA

Cada pitillo una carta
y cada carta un amor
y cada amor una herida.

Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.

Cuando han prendido la llama
tus ojos levantan vuelo
a hacer noche en otra tierra,
ciegos a quien los reclama
y a su celo,
corazón de fuego y guerra
que conquista y nunca ama.

No hay reposo ni guarida
para tu breve fulgor,
incierta hoguera aterida.

Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.

MARTÍN GAITE, Carmen; A rachas, Madrid, Hiperión, 1976, ISBN: 84-85272-04-8, pág. 45.
………
MAYORAL, Marina: RECÓNDITA ARMONÍA

Helena, escrito con hache, Helena María de Osorio y Jiménez de Sandoval, hija del marqués de Resende, y yo, Blanca Loureiro, nos conocimos a los quince años en el Colegio de las Damas Negras.
Empecé a envidiarla desde el primer instante en que la vi. Helena era rubia y tenía los ojos verdes, justo las dos cosas que yo deseaba más por entonces. Su dinero, su posición social y, sobre todo, su familia, las envidié después, cuando la conocí mejor y pude darme cuenta de las ventajas que suponía poseer aquellos bienes. Pero entonces, a los quince años, lo ignoraba.

(…)

No volvimos a vernos, pero aún hablamos muchas veces por teléfono. Desde que ingresó en la clínica me llamaba todos los días para decirme que se encontraba bien. En nuestra última conversación me dijo, ya con la voz muy débil:
-Creo que, a pesar de todo, ha valido la pena, Blanca…
Y yo le dije que sí, que había valido la pena… Y que, bien mirado, había, sí, en el fondo de este caos, una recóndita armonía.

MAYORAL, Marina; Recóndita armonía, Madrid, Alfaguara, 1944, ISBN: 84-204-8123-8, 277pp., págs.:15 y 277.
...........................
OSBORNE, Raquel y RECIO, Juan Luis: HACIA EL DIVORCIO

INTRODUCCIÓN


Consideramos que este pequeño libro viene muy a colación en el momento actual de la vida política y social española; querámoslo o no, ciertas circunstancias personales, privadas diríamos –y ni de derechas ni de izquierdas por sí mismas-, se ven supeditadas a los vaivenes de lo político para su resolución. Tal es el caso del divorcio, tema que aquí hoy nos ocupa.
Una vez aprobada la Constitución, marco necesario pero siempre insuficiente, comienza una nueva etapa de desarrollo legislativo de los enunciados que allí se formulan, como es el caso del divorcio, o disolución del matrimonio como algunos gustan de llamarle.
Para ello, gobierno, partidos, grupos feministas y asociaciones de separados-as ultiman sus respectivos proyectos y afilan sus armas dialécticas para dar la batalla den el momento en que el proyecto de la comisión de codificación del Ministerio de Justicia sea discutido en Las Cortes. Pero, ¿cuándo llegará ese momento? Nos tememos que las prioridades van a ser, por ahora, muy otras, -no la ha habido durante mucho tiempo- por subsanar las innúmeras y anómalas situaciones cotidianas de tanto matrimonio roto vivencialmente, pero no legalmente.
Desde algunos sectores se clama porque la línea matrimonio-familia va a ser cortada si se le añade el eslabón del divorcio, cuya implantación sería el comienzo de la disolución de las susodichas instituciones. Para otros, el divorcio no es mas que una pequeña reforma que, amén de reforzar la institución matrimonial, no guarda ninguna importancia en comparación con las cuestiones que realmente interesan hoy y hacia donde hay que ir: la desaparición del matrimonio y de la familia tal y como en la actualidad los conocemos. Entre ambas posiciones cabe toda la gama de matices y proposiciones que las mentes imaginarse puedan. Para unos, el problema es una mera cuestión jurídico-legislativa, para otros tiene grandes repercusiones sociológicas. Algunos grupos quieren plantearse el tema de una manera posibilista, atendiendo al “ara i aquí” hispano; otros no ven en estas posturas ningún viso de realización, y prefieren actuar al grito de “sé realista, pide lo imposible”.
Para que todas estas corrientes puedan hacer oír su voz, hemos citado en nuestro pequeño libro a los más diversos representantes de las diversas posturas, en tres bloques de información: por un lado, algunos grupos feministas que marcan distintas opiniones dentro del movimiento de mujeres; en segundo lugar, por medio de mujeres que han destacado por su interés y dedicación ante los temas de su propio sexo, apartado en el que se incluye la aportación de un portavoz de la Iglesia; y por último hemos querido exponer una muestra de algunos proyectos de ley de partidos, grupos feministas y asociaciones de separados-as, dado que, la base de los mismos –al menos en la esfera parlamentaria- serán los diversos proyectos que se representen en las Cortes.
Creemos pues que hemos recogido un amplio panorama de posturas acerca del tema, y pretendemos, con esta modesta aportación en forma de libro, contribuir a la creación de un necesario debate que concierne hoy, ya, a los hombres y mujeres de la sociedad española.
Raquel Osborne.


OSBORNE, Raquel y RECIO, Juan Luis; Hacia el divorcio, Madrid, Taller de Sociología Ediciones, 1979, ISBN: 84-85390-04-0, 64 pp., págs.: 3 y 4.

…………………………………..

PALMA, Angélica: FERNÁN CABALLERO. LA NOVELISTA NOVELABLE


Frasquita acercó cuanto pudo el pesado sillón de nogal tallado, con blando asiento de terciopelo, a la chimenea donde crepitaban y se retorcían los leños, despidiendo chispas y vivas llamas; se envolvió mejor en el chal, arrebujándose, apretándoselo contra el pecho, y permaneció así, apelotonada en el butacón, inmóvil durante largo rato su inquieta persona, fijos en el fuego los absortos ojos negros, oyendo, sin darse cuenta de él, el crujir de los leños en el hogar.
Porque Frasquita, ensimismada, hundida en la profundidad de sus pensamientos, nada oía; por eso no sintió abrirse la puerta de su gabinete ni unos pasos lentos y fuertes, apenas amortiguados por la alfombra, que cruzaban la habitación y se aproximaban a ella.

PALMA, Angélica; Fernán Caballero. La novelista novelable, Madrid, Espasa-Calpe, 1931, 222 pp., pág. 9 y 10.
........................

PARDO BAZÁN, Emilia: LA TRIBUNA


Comenzaba á amanecer, pero las primeras y vagas luces del alba á duras penas lograban colarse por las tortuosas curvas de la calle de los Castros, cuando el señor Rosendo, el barquillero que disfrutaba de más parroquia y popularidad en Marineda, se asomó, abriéndose a bostezos, á la puerta de su mezquino cuarto bajo.
(…) Del grupo más compacto, del pelotón más resuelto y numeroso, que tal vez se componía de veinte ó treinta mujeres juntas, salieron algunas voces gritando:
-¡Viva la república federal!

PARDO BAZÁN, Emilia; La Tribuna; Madrid, s/e., s/d., O.C tomo VIII, pp.: 12 y 322.

………………………………………………………………………………

PIZARNIK, Alejandra: EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LA LOCURA

Vértigos o contemplación de algo que termina

Esta lila se deshoja.
Desde sí misma cae
y oculta su antigua sombra.
He de morir de cosas así.


Estar

Vigilas desde este cuarto
donde la sombra temible es la tuya.

No hay silencio aquí
sino frases que evitas oír.

Signos en los muros
narran la bella lejanía.

(Haz que no muera
sin volver a verte.)

Continuidad

No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas
tienen bordes dentados, vegetación lujuriosa. Pero
quién habla en la habitación llena de ojos. Quién den-
tellea con una boca de papel. Nombres que vienen,
sombras con máscaras. Cúrame del vacío –dije. (La
luz se amaba en mi oscuridad. Supe que no había cuan-
do me encontré diciendo: soy yo) Cúrame –dije.


PIZARNIK, Alejandra; Extracción de la piedra de la locura, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1968, pp.: 12, 32 y 35.
...................

REGÀS, Rosa: LA CANCIÓN DE DOROTEA

Se llamaba Adelita. Era una mujer tan baja que ni siquiera en las raras ocasiones en que se ponía zapatos de altos tacones, sobre los que se balanceaba incómoda aunque segura, levantaba del suelo más de un metro cincuenta. Sin embargo lo más peculiar de su figura era, sin lugar a dudas, la estructura de su cuerpo reducido. Reducido pero no débil. Era un cuerpo robusto, fuerte, de anchas espaldas, de cuello breve y sólido, pero de caderas estrechas en comparación con la magnificencia de sus hombros y de sus muslos recios y potentes. Los brazos, cortos y fornidos, disparados hacia el exterior por el tórax extremadamente vigoroso punteado por unos pechos leves que se perdían en él, remataban su aspecto de aborigen en proceso de extinción que por circunstancias inexplicables hubiera huido de un país lejano y primitivo.

(…)

En la lentitud de nuestros movimientos, él avanzaba más rápido que mi retroceso, acortando a cada paso la distancia. Un instante antes de quedar aprisionada entre la pared y su cuerpo, en el momento en que sus brazos me envolvían y se acercaba a mi boca el aliento de la suya, un último relámpago de lucidez me vino a decir que era yo y no él quien justificaba la oscura y descalabrada historia de Dorotea, pero que, de todos modos, fuera cual fuere el camino que a partir de ahora me deparara el destino, nunca me sería dado saber si la canción que iba a cantar sería alguna vez la mía.


REGÀS, Rosa; La canción de Dorotea, Barcelona, Planeta, 2001, ISBN: 84-08-04214-9, 301 pp., pág.: 9 y 301.
.....................


RODOREDA, Mercè: LA PLAZA DEL DIAMANTE

La Julieta vino expresamente a la pastelería para decirme que, antes de rifar el ramo, rifarían cafeteras; que ella ya las había visto: preciosas, blancas, con una naranja pintada, cortada por la mitad, enseñando los gajos. Yo no tenía ganas de ir a bailar, ni tenía ganas de salir, porque me había pasado el día despachando dulces, y las puntas de los dedos me dolían de tanto apretar cordeles dorados y de tanto hacer nudos y lazadas. Y porque conocía a la Julieta, que no tenía miedo a trasnochar y que igual le daba dormir que no dormir. Pero me hizo acompañarla quieras que no, porque yo era así, que sufría si alguien me pedía algo y tenía que decirle que no.

(…)
El agua estaba fría y eso me hizo recordar que el día antes, por la mañana, a la hora de la boda, había llovido mucho y pensé que por la tarde, cuando fuese al parque como siempre, a lo mejor todavía encontraba charcos de agua en los senderitos… y dentro de cada charco, por pequeño que fuese, estaría el cielo… el cielo que a veces rompía un pájaro… un pájaro que tenía sed y rompía sin saberlo el cielo del agua con el pico… o unos cuantos pájaros chillones que bajaban de las hojas como relámpagos, se metían en el charco, se bañaban en él con las plumas erizadas y mezclaban el cielo con fango y con picos y con alas. Contentos…

RODOREDA, Mercè; La plaza del diamante, E.D.H.A.S.A., 1965, 248 pp., pág.: 9 y 247-248.

...............

SALINAS, Pedro: AVENTURA POÉTICA

Di, ¿te acuerdas de los sueños,
de cuando estaban allí.
delante?
¡Qué lejos, al parecer,
de los ojos!
Parecían nubes altas,
fantasmas sin asideros,
horizontes sin llegada.
Ahora, míralos, conmigo,
están detrás de nosotros.
Si eran horizontes lejos,
ahora, para verlos
hay que volver la cabeza
porque los hemos pasado.
Si eran fantasmas,
siente
en las palmas de tus manos,
en los labios,
la cálida huella aún
del abrazo
en que dejaron de serlo.
Estamos al otro lado
de los sueños que soñamos,
a ese lado que se llama
la vida que se cumplió.
Y ahora,
de tanto haber realizado
nuestro soñar,
nuestro sueño está en dos cuerpos.
Y no hay que mirar los dos,
sin vernos el uno al otro,
a lo lejos, a las nubes,
para encontrar otros nuevos
que nos empujen la vida.
Mirándonos cara a cara,
viéndonos en lo que hicimos
brota
desde las dichas cumplidas
ayer, la dicha futura
llamándonos. Y otra vez
la vida se siente un sueño
trémulo, recién nacido.


SALINAS, Pedro; Aventura poética, Madrid, Cátedra, 1989, ISBN: 84-376-0256-4, 277 pp., págs.: 168-169.


.................


TUSQUETS, Esther: EL MISMO MAR DE TODOS LOS VERANOS

Cruzo la puerta de hierro y cristal, pesada, chirriante, y me sumerjo en una atmósfera contradictoriamente más pura –menos luz, menos ruidos, menos sol-, como si desde la mañana polvorienta y sucia, esas mañanas sofocantes y obscenas de los primeros días del verano en mi ciudad sin primavera, me hubiera refugiado en el frescor de piedra de una iglesia muy vieja, donde huele remotamente a humedad y a frío, el frío de un invierno no ahuyentado todavía aquí por el bochorno del verano, y en cuyo aire se entrecruzan, desde las altas cristaleras polícromas, múltiples rayos de luz.

(…)

Y sólo en el último instante, cuando el mozo ha subido ya al taxi el equipaje, y ella ha pagado la cuenta, y distribuido las propinas. Clara me da un beso leve en la mejilla, sonríe con la sonrisa triste de mi Clara de siempre, perdida por unos instantes su seguridad y su aplomo, acerca mucho su boca a mi oído y susurra, no sé si como último palmetazo del castigo o como signo de perdón, pero en cualquier caso como prueba inequívoca de que hasta el final me ha comprendido: “…Y Wendy creció.”



TUSQUETS, Esther; El mismo mar de todos los veranos, Barcelona, Lumen, 1981, ISBN: 84-264-4014-2, 229 pp., págs.: 7 y 229.


.......................

UNAMUNO, Miguel de: POESÍAS ESCOGIDAS

ALDEBARÁN

Rubí encendido en la divina frente,
Aldebarán,
lumbrera de misterio.
Perla de luz en sangre,
¿cuántos días de Dios viste a la tierra
mota de polvo
rodar por los vacíos
rodar la tierra?
¿Viste brotar al sol recién nacido?
¿Le viste acaso, cual diamante en fuego,
soltarse del anillo
que fue este nuestro coro de planetas
que hoy rondan en su torno,
de su lumbre al abrigo,
como a la vista de su madre juegan,
pendientes de sus ojos,
confiados los hijos?
¿Eres un ojo del Señor en vela,
aunque siempre despierto,
un ojo escudriñando las tinieblas
y contando los mundos
de su rebaño?
¿Le falta acaso alguno?
¿O alguno le ha nacido?
Y más allá de todo lo visible,
¿qué es lo que hay del otro lado del espacio?
Allende el infinito,
di, Aldebarán, ¿qué resta?
¿Dónde acaban los mundos?
¿Todos van en silencio, solitarios,
sin una vez juntarse;
todos se miran a través del cielo
y siguen, siguen,
cada cual solitario en un sendero?
¿No anhelas, di, juntarte tú con Sirio
y besarle en la frente?
¿Es que el Señor un día
en un redil no ha de juntar a todas
las celestes estrellas?
¿No hará de todas ellas
una rosa de luz para su pecho?
¿Qué amores imposibles
guarda el abismo?
¿Qué mensajes de anhelos seculares
trasmiten los cometas?
¿Sois hermandad? ¿Te duele,
dime, el dolor de Sirio,
Aldebarán?
Si es tu alma lo que irradia con tu lumbre,
lo que irradia, ¿es amor?
¿Es tu vida secreto?
¿O no quieres decir nada en la frente
del tenebroso Dios?
¿Eres adorno y nada más que en ella
para propio recreo se colgara?
……………………………
¿Siempre, solo, perdido en lo infinito,
Aldebarán,
perdido en la infinita muchedumbre
de solitarios…
sin hermandad?
¿O sois una familia que se entiende,
que se mira los ojos,
que se cambia pesares y sentires
en lo infinito?
¿Os une acaso algún común deseo?
Como tu haz nos llega, dulce estrella,
dulce y terrible,
¿no nos llega de tu alma el soplo acaso,
Aldebarán?
Aldebarán, Aldebarán ardiente,
el pecho del espacio,
di, ¿no es regazo vivo,
regazo palpitante de misterio?
¡Tú sigues a las Pléyades
siglos de siglos,
Aldebarán,
y siempre el mismo trecho te mantienen!
Estos mismos lucientes jeroglíficos
que la mano de Dios trazó en el cielo
vio el primer hombre,
y siempre indescifrables,
ruedan en torno a nuestra pobre tierra.
Su fijidez que salva
el cambiar de los siglos agorero
es nuestro lazo de quietud, cadena
de permanencia augusta;
símbolo del anhelo permanente
de la sed de verdad nunca saciado
nos son esas figuras que no cambian,
Aldebarán.
De vosotros, celestes jeroglíficos,
en que el enigma universal se encierra,
cuelgan por siglos
los sueños seculares;
de vosotros descienden las leyendas
brumosas, estelares,
que cual ocultas hebras
al hombre cavernario nos enlazan.
Él, en la noche de tormenta y hambre,
te vio, rubí impasible,
Aldebarán,
y loco, alguna vez, con su ojo en sangre,
te vio al morir,
sangriento ojo del cielo,
ojo de Dios,
¡Aldebarán!
¿Y cuando tú te mueras?
¿Cuando tu luz al cabo
se derrita una vez en las tinieblas?
¿Cuando frío y oscuro
el espacio sudario
ruedes sin fin y para fin ninguno?
Este techo nocturno de la tierra
bordado con enigmas,
esta estrellada tela
de nuestra pobre tienda de campaña,
¿es la misma que un día vio este polvo
que hoy huellan nuestras plantas
cuando en humanas frentes
fraguó vivientes ojos?
¡Hoy se alza en remolino
cuando el aire lo azota
y ayer fue pechos respirando vida!
Y ese polvo de estrellas,
ese arenal redondo
sobre que rueda el mar de las tinieblas,
¿no fue también un cuerpo soberano,
sede no fue de un alma,
Aldebarán?
¿No lo es aún hoy, Aldebarán ardiente?
¿No eres acaso, estrella misteriosa,
gota de sangre viva
en las venas de Dios?
¿No es su cuerpo el espacio tenebroso?
Y cuando tú te mueras,
¿qué hará de ti ese cuerpo?
¿A dónde Dios, por su salud luchando,
te habrá de segregar, estrella muerta,
Aldebarán?
¿A qué tremendo muladar de mundos?
………………………
¡Sobre mi tumba, Aldebarán, derrama
tu luz de sangre,
y si un día volvemos a la Tierra,
te encuentre inmoble, Aldebarán, callando
del eterno misterio de palabra!
¡Si la verdad Suprema nos ciñese
volveríamos todos a la nada!
De eternidad es tu silencio prenda.
¡Aldebarán!
Pobre Miguel, tus hijos de silencio,
aquellos en que diste tus entrañas
van en silencio y solos
pasando por delante de las casas,
mas sin entrar en ellas,
pues los miran pasar como si fuesen
mendigos que molestan, no los llaman;
y aquellos adoptivos, de bullanga,
sin padre conocido,
aquellos que arrancados a la masa
les prestaste tu nombre,
éstos son con aplauso y algazara
recibidos; son éstos
los que tu nombre llevan, traen y exaltan.
¡Cómo ha de ser!... Son suyos,
de los que así los miman, de su raza,
en ellos reconocen algo propio,
los engendraron ellos mismos. Nada
debe, pues, extrañarte los festejen;
son sus padres. Aguarda
para tus propios hijos mejor tiempo,
déjalos al mañana.
Las ideas expósitas hoy triunfan,
ellas llevan tu fama;
obra de caridad fue darles nombre,
¡buen provecho les haga!
Pero tus pobres hijos de silencio,
los propios de tu alma,
los de limpio linaje y noble alcurnia,
los que eran tu esperanza,
¡ay, Miguel!, mírales que van perdidos,
¿qué será que les falta?
Pero no, déjalos; cuando los otros,
los expósitos, vuelvan a la masa,
los tuyos surgirán limpios y enteros,
¡ellos solos se bastan!
…………………………….
Cuando después que entrego al público un escrito
de esos que al punto con deleite traga
por haberlo sacado del puchero
que guarda su bazofia cotidiana,
viene un amigo el parabién a darme,
me esfuerzo por ponerle buena cara
-¿es que voy a pegarle
si acaso su intención es muy honrada?
¡Oh, la amistad, nuestro mayor consuelo!-
le doy, ¡claro!, las gracias
y me quedo pensando:
hay que aceptar la vida… ¡a lo que caiga!


UNAMUNO, Miguel de; Poesías escogidas, Buenos Aires, Losada, 1972, 185 pp., págs.: 114-120.

................

VALCÁRCEL, Amelia: REBELDES. HACIA LA PARIDAD


Hemos dejado atrás el mundo de las hormas, aunque sus restos todavía nos rodeen. Pero la situación es tal que lo posible para una sola, volver a ellas y a su triste confort, no es posible para el conjunto, ni siquiera aunque éste tuviera una voluntad – que no tiene- de hacerlo. La dinámica de la libertad y el poder de las mujeres es objetiva. No estoy apelando al viejo y caduco motor de la historia, sino que me refiero a cosas sencillas y de sentido común: nadie en particular dirige este proceso y tampoco nadie puede pararlo. Compromete demasiadas expectativas y demasiadas voluntades operantes. Incide en todas las instancias y temas relevantes, desde los procesos productivos a los retos medioambientales. Es una transvaloración de tal calibre que no podemos conocer todas sus consecuencias. Cada uno de sus efectos puntuales, ya sea la baja en la tasa de natalidad, la despenalización social de la homofilia, la transformación industrial, la sociedad del bienestar, la organización del trabajo… no puede ser tomado como definitivo, porque no nos consta que lo sea realmente.
Lo que sí sabemos hacer medianamente bien es señalar los obstáculos que en esa larga marcha van apareciendo. Por eso el feminismo, al lado de su carácter explicativo, conserva necesariamente su aliento ético y político: es un primado de las aboliciones. La libertad es un bien en sí mismo, que no puede ser puesto en cuestión ni hacer que dependa de otro criterio superior a él. Todo lo que la merma o la falsea debe ser removido.




VALCÁRCEL, Amelia; Rebeldes. Hacia la paridad, Barcelona, Plaza & Janés, 2000, ISBN: 84-01-37684-X, 174 pp., págs.: 165-166.

...................




ZAMBRANO, María y ORTEGA Y GASSET, José; ANDALUCÍA SUEÑO Y REALIDAD

“DOS FRAGMENTOS SOBRE EL AMOR”

I


Una de las indigencias de nuestros días es la que al amor se refiere. No es que no exista, sino que su existencia no halla lugar, acogida en la propia mente y aun en la propia alma de quien es visitado por él. En el limitado espacio que en apariencia la mente de hoy abre a toda realidad, el amor tropieza con barreras infinitas. Y ha de justificarse y dar razones sin término, y ha de resignarse por fin a ser confundido con la multitud de los sentimientos, o de los instintos, si no quiere ese lugar oscuro de “la libido”, o ser tratado como una enfermedad secreta, de la que habría que liberarse. La libertad, todas las libertades no parecen haberle servido de nada, la libertad de conciencia menos que ninguna, pues a medida que el hombre ha creído que su ser consistía en la conciencia y nada más, el amor se ha ido encontrando sin espacio vital donde alentar, como pájaro asfixiado en el vacío de una libertad negativa.

II

El amor trasciende siempre, es el agente de toda trascendencia. Abre el futuro; no el porvenir, que es el mañana que se presupone cierto, repetición con variaciones del hoy y réplica del ayer. El futuro, esa apertura sin límite, a otra vida que se nos aparece como la vida de verdad. El futuro que atrae también a la Historia.
Mas el amor nos lanza hacia el futuro obligándonos a trascender todo lo que otorga. Su promesa indescifrable descalifica todo logro, toda realización. El amor es el agente de destrucción más poderoso, porque al descubrir la inanidad de su objeto, deja libre un vacío, una nada aterradora al principio de ser percibida. Es el abismo en que se hunde no sólo lo amado, sino la propia vida, la realidad misma del que ama. Es el amor el que descubre el no-ser y aun la nada.


ZAMBRANO, María y ORTEGA Y GASSET, José; Andalucía sueño y realidad, Granada, E.A.U.S.A., 1984, ISBN: 84-7587-011-2, 250 pp., pág.: 83 y 88.

....................
ZAMBRANO, María: CLAROS DEL BOSQUE

Y así se corre por los claros del bosque análogamente como se discurre por las aulas, de aula en aula, con avivada atención que por instantes decae -cierto es- y aun desfallece, abriéndose así un claro en la continuidad del pensamiento que se escucha: la palabra perdida que nunca volverá, el sentido de un pensamiento que partió. Y queda también en suspenso la palabra, el discurso que cesa cuando más se esperaba, cuando se estaba al borde de su total comprensión. Y no es posible ir hacia atrás. Discontinuidad irremediable del saber de oído, imagen fiel del vivir mismo, del propio pensamiento, de la discontinua atención, de lo inconcluso de todo sentir y apercibirse, y aun más de toda acción. Y del tiempo mismo que transcurre a saltos, dejando huecos de atemporalidad en oleadas que se extinguen, en instantes como centellas de un incendio lejano. Y de lo que llega falta lo que iba a llegar, y de eso que llegó, lo que sin poderlo evitar se pierde.

ZAMBRANO, María; Claros del bosque, Barcelona, Seix Barral, 1993, ISBN: 84-322-3039-1, 159 pp., pág.: 17.
................................


ZAMBRANO, María: DE LA AURORA


Ya que sólo el corazón, o aquello que lo profetice o configure, puede llorar por lo que nunca ha visto, puede echar de menos lo que sabe que nunca verá, el nacimiento sin más de la vida aquí, ha debido de ser así un llanto, un clamor, piedras que gimen, indecible dolor hasta que se forma o nace algo sin nombre aún, pues que lenguaje no lo hay; llora y se retuerce como ciertas ortigas, que tan malas dicen que son, se retuercen cuando las queman sin razón. Curiosamente los que viven en los campos saben que allí donde nacen ortigas, las detestadas ortigas, es índice cierto, señal de la inmediatez de una habitación humana, y por poca memoria que un ser viviente tenga no es concebible que la ortiga no sienta, o sepa de algún modo que será quemada por un ser al que ella obstinadamente se apega, inocentemente ha de ser. Y ella, la ortiga, no pide nada, no come ni mínimamente como la hormiga, no bebe ni gota de agua, crece, eso sí, crece hacia arriba, no se arrastra; se convierte, si la dejan, en arbusto, siempre apegada a la ventana, a la rendija inclusive, donde habita la luz humana dispuesta siempre a quemarla.


ZAMBRANO, María; De la aurora, Madrid, Turner, 1986, ISBN: 84-7506-184-2, 128 pp., pág.: 17.

…………………..
ZAMBRANO, María: DELIRIO Y DESTINO

Pero todo lo que se ama se hace enigmático, se vuelve incomprensible. Y basta con atender demasiado intensamente a algo para que se produzca una especie de mezcla, de confusión como si quisiéramos entrar en ello demasiado directamente, como si hasta las criaturas naturales se defendiesen de este interés humano… En la misma naturaleza, cuando se espera ver un paisaje y se lo mira, se convierte en algo como pintado, opaco; la atención excesiva rompe esa comunicación espontánea que se acrecienta en la simpatía y que es comprensión sin análisis. Y el paisaje entrevisto al despertar, y la persona ajena cuando todavía no sabemos lo que nos trae y hasta nosotros mismos, nuestra alma cuando la dejamos salir, todo cuando estamos desasidos cobra una luz de primavera, clara y se aligera y llega a rondar la transparencia.


ZAMBRANO, María; Delirio y destino, Madrid, Mondadori, 1989, ISBN: 84-397-1476-9, 296 pp., págs.: 31 y 32.



...................................


ZAMBRANO, María: El AGUA ENSIMISMADA

Para Edison Simons

El agua ensimismada
¿piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?

1950. Roma (antes de abril).
Albergo d´Inghilterra.

La Píese, 2 de febrero de 1978.

ZAMBRANO, María; El agua ensimismada, Atencia, María Victoria (ed.),
Málaga, Universidad, 2001, ISBN: 84-7496-852-6, 47 pp., pág.: 27.

………………………………..
ZAMBRANO, María: EL HOMBRE Y LO DIVINO

Pues, en el “comprender padeciendo”, que es la tragedia clásica, hay también un horizonte que no es el solo privilegio del conocimiento, por visión objetiva, la simple compasión ante la fábula trágica no alcanza los episodios de la vida cotidiana, sino en los excepcionales casos en que encuentren a alguien –desconocido autor- cuya conciencia sitúe al episodio en un horizonte. El autor de la tragedia, el poeta, ha llevado la fábula a un horizonte que se hace sensible, que envuelve al espectador y le conduce desde su estrecho mundo privado a un lugar donde todas las cosas humanas son propias; donde nada es extraño; le sitúa en el ancho horizonte de la vida real y posible, de toda la vida, sueño y delirio incluidos; le hace ser por momentos, no el sujeto de su pequeña vida particular, sino el sujeto de la vida humana, sin más… Y de ahí esa apertura del ánimo, ese ensanchamiento que adviene en el padecer de la tragedia, y la purificación que no es sino el resultado de haber asumido, por simpatía que llega a los linderos de la visión, el padecer no sólo del protagonista, sino de cualquier posible padecer.


ZAMBRANO, María; El hombre y lo divino, México, Fondo de Cultura Económica, 1986, ISBN: 968-16-1124-1, 408 pp., págs.: 252-253.
...............................
ZAMBRANO, María: EL SUEÑO CREADOR

El hombre ha de ir haciéndose no ya su vida, sino proseguir su no acabado nacimiento; ha de ir naciendo a lo largo de su vida, mas no en soledad, sino con la responsabilidad de ver y de ser visto, de juzgar y ser juzgado, de tener que edificar un mundo en el que pueda quedar encerrado este ser prematuramente nacido, sin tiempo, sin libertad, y en esa situación entrar en el gran teatro del mundo sin saber tampoco su papel a representar. Establecer el proceso de integración de la persona en su propio ser hasta llegar a la libertad, y el progresivo conocimiento de sí mismo, a la posesión del espacio interior.


ZAMBRANO, María; El sueño creador, Madrid, Turner, 1986, ISBN: 84-7506-183-4, 143 pp., págs.: 27 y 28.
...........................
ZAMBRANO, María: ESPAÑA, SUEÑO Y VERDAD


LA AMBIGÜEDAD DE DON QUIJOTE

Toda cultura deja ver la necesidad de imágenes que sostengan y orienten el esfuerzo y el anhelo –la pasión- de ser hombre. Sin duda de ella ha nacido el Mito, los Mitos, y ese género tan ambiguo que es la novela y que en cierta medida es su decadencia. Bajo estas formas poéticas aparecen estas imágenes de la vida humana que, por encima y más allá del tiempo cotidiano, engarzan el pasado más remoto y el futuro inaccesible. Y se ciernen –dirigen y hasta justifican- sobre el hacer y el padecer que constituyen la historia de un pueblo.
No parece dudoso que entre todas las figuras de vida creadas por la literatura, por la poesía española, sea la de Don Quijote la que alcance este rango en mayor grado en la conciencia española. Que sea también el símbolo aceptado universalmente, lo confirma. Pues que un pueblo, por definida que sea su peculiaridad y por intransferible que sea su destino histórico, no deja de ser una parte de la Historia Universal, dentro de la cual se hace visible su significación y aun su rango efectivo.


ZAMBRANO, María; España, sueño y verdad, Barcelona, EDHASA, 1965, 216 pp., pág.: 33.
....................
ZAMBRANO, María: FILOSOFÍA Y POESÍA


El poeta no se cuida de hacer el recuento de sus bienes y de sus males; el inventario de su fortuna. Porque el poeta no puede saber quién es, ni sabe siquiera lo que busca. El filósofo, al menos, sabe lo que busca y por ello se define –filo-sofo-. El poeta como no busca, sino que encuentra, no sabe cómo llamarse. Tendría que adoptar el nombre de lo que le posee, de lo que le toma allanando la morada de su alma; de lo que le arrebata. Pero no sería fácil, pues unas veces se siente arrebatado, endiosado; otras se siente en cambio apegado, enredado en sueños sin forma ni siquiera ímpetu, se siente vivir en la carne cuando la carne todavía es opaca y no se ha hecho transparente por la luz de la belleza. ¿Cómo llamarse el poeta? Perdido en la luz, errante en la belleza, pobre por exceso, loco por demasiada razón, pecador bajo la gracia.


ZAMBRANO, María; Filosofía y poesía, México, Fondo de Cultura Económica, 1998, ISBN: 968-16-5004-2, 123 pp., Pág.: 63.
...................................
ZAMBRANO, María: HACIA UN SABER SOBRE EL ALMA

Por qué se escribe


Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, precisamente, por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas.
Pero es una soledad que necesita ser defendida, que es lo mismo que necesitar de justificación. El escritor defiende su soledad, mostrando lo que en ella y únicamente en ella, encuentra.
(…)
Escribir viene a ser lo contrario de hablar; se habla por necesidad momentánea inmediata y al hablar nos hacemos prisioneros de lo que hemos pronunciado, mientras que en el escribir se halla liberación y perdurabilidad –sólo se encuentra liberación cuando arribamos a algo permanente-. Salvar a las palabras de su momentaneidad, de su ser transitorio, y conducirlas en nuestra reconciliación hacia lo perdurable, es el oficio del que escribe.
Más las palabras dicen algo. ¿Qué es lo que quiere decir el escritor y para qué quiere decirlo? ¿Para qué y para quién?


ZAMBRANO, María; Hacia un saber sobre el alma, Madrid, Alianza, 1987, ISBN: 84-206-3197-3, 201 pp., págs.: 31 y 33.

................
ZAMBRANO, María: LA AGONÍA DE EUROPA

Hay un personaje que siempre ha fascinado a las mentes europeas, y que, por el lugar geográfico de su nacimiento, no es propiamente un europeo. Y ello mismo servirá a Europa. Este gran hombre es san Agustín. Su vida, hecha transparente por las Confesiones, nos ofrece, en su concreción personal, el tránsito del mundo antiguo al mundo moderno. Sus Confesiones, en verdad, nos muestran en estado de diafanidad el doble proceso coincidente de una conversión personal que al propio tiempo es histórica. La Historia misma se confiesa en él. Pues lo que cambia no es tanto el alma de san Agustín, sino el alma del mundo antiguo que se convierte en el nuevo. Es una conversión histórica o, si se prefiere, la salida de una crisis, de la crisis en que el mundo antiguo –filosofía griega y poder romano- muere para pervivir, es cierto, pero en otra forma.


ZAMBRANO, María; La agonía de Europa, Madrid, Trotta, 2000, ISBN: 84-8164-416-1, 102 pp., pág.: 65.

……………………….
ZAMBRANO, María: LA CONFESIÓN: GÉNERO LITERARIO.


Y es lugar adecuado a cada cosa o conato de cosa, a todo eso que no tiene nombre y que proporciona formas de contacto distintas del conocimiento, que no pueden llamarse propiamente conocimientos, mas tan necesarias como él, y que en cierto modo son la madre del conocimiento. El conocimiento intelectual ha sido una función privilegiada; era natural que al ejercitarse se diese a conocer, se estableciese a sí mismo. Mas, existen otras formas de contacto, otras relaciones que no son conocimiento intelectual ni quizá puedan serlo nunca; tal, por ejemplo, la relación con los que han muerto y entre ellos con los propios antepasados; la presencia y relación legítima con seres de esta condición, con seres que no lo son en el mismo sentido que los que así se llaman propiamente, desde un lugar adecuado, apto para recibirlos.
En realidad no es nada que tenga que ver con seres y cosas, sino una entrada en espacios que aparecen instantánea y suavemente; de manera que no se podría decir que así la Religión, las religiones, sean algo más y diferente de los actos de conciencia en que se las ha querido fundar en los últimos tiempos, ni aunque estos actos sean de fe. Pues no es la creencia ni aun el amor, sino esos nudos que se desatan, y esos muros que sin ruido se derrumban y la anchurosidad que sobreviene. Y es la intimidad con todas las cosas, con las de todos los días, que no basta que sean de todos los días para tener con ellas intimidad. Es algo que no es conocimiento intelectual ni traducible en él, pero que le antecede y sostiene y sin lo cual andará flotando por grande que sea su exactitud y claridad.
(…)
Nada, apenas nada sabemos de este mundo; es el mundo de la intimidad sin palabras, donde ha de reinar una oculta e insensible armonía, donde debe encontrarse la raíz de toda guerra, donde la paz no es cosa de pactos ni compromisos, pues no es cosa de derechos ni leyes, sino de una silenciosa armonía que, una vez destruida, es ingobernable tumulto, rebeldía sin término, discordia.



ZAMBRANO, María; La confesión: género literario, Madrid, Siruela, 2001, ISBN: 84-7844-285-5, 108 pp., págs.; 103-106.
.......................................

ZAMBRANO, María; LOS BIENAVENTURADOS

Es el suceso que acecha al feliz en cualquier forma en que la felicidad le haya llegado, la necesidad de descender a los ínferos a derramar el agua de la felicidad sobre la sequedad y aun a darse en pasto a la autofagia que en los ínferos inacabablemente campea, pues que hay algo en el allí confinado que resiste, que subsiste, algo indestructible. Mas el modo en el que el filósofo que ha recibido a solas la respuesta de la felicidad se siente atraído por la entraña de la caverna es específico: él baja declarando, enunciando, baja con la palabra, con la razón, con el logos. Puede en la bajada desprenderse de él por darlo, por no saberlo dar, por no estar quizá mandado hasta ese punto. El poeta que procede igualmente no se diferencia, claro está, del filósofo, que, al fin, en esa acción son el mismo.


ZAMBRANO, María; Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990, ISBN: 84-7844-040-2, 112 pp., pág.: 95.
……........

ZAMBRANO, María: NOTAS DE UN MÉTODO

Sucede cuando nos preguntan, seamos estudiantes o maestros, que lo primero que se experimenta es un sobresalto, una especie de sentirse sorprendido “in fraganti”, como si hubiésemos descuidado algo, o dejado en olvido por lo menos. Y aun puede ocurrir que tratándose de una pregunta para la cual disponemos de adecuada respuesta, al sobresalto suceda un vacío en la mente. Nada hay más contrario para salir de esta situación que el esforzarse en salir de ella. Hay que sostenerse en ese vacío de la mente con un corazón firme. Y entonces, sólo entonces, es cuando aflora la respuesta; una respuesta todavía más precisa de la que creíamos tener. Entre la pregunta y la respuesta debe existir, de mediar, un vacío, una detención de la mente, una cierta suspensión del tiempo. Por varias razones, mas ante todo por ésta que ahora señalamos: que el corazón debe de asistir, en todos los sentidos de la palabra, al acto de responder de algo. Porque responder es responder ante algo, presentarse ante algo. Y sin la asistencia del corazón la persona nunca está del todo presente.


ZAMBRANO, María; Notas de un método, Madrid, Mondadori, 1989, ISBN: 84-307-1567-6, 144 pp., pág.: 110 y 111.
............................


ZARDOYA, Concha: ALTAMOR 1986

NO PRETENDAS SABER

No pretendas saber, memoria mía,
aquello que aprendiste al ir subiendo
por tu vieja escalera… Sin peldaños,
en el desván se apoya y va a caerse.

Con su esponja el olvido va borrando
las cifras que escribías en pizarra,
en el azul cuaderno o en mi frente,
en la piel y en la sangre: viejos signos…

No he de responderte si preguntas
los actos y las fechas que inscribiste
con roja tiza, surco de la pena…
La hora del amor ¿cómo sonaba?

Ahonda tú, si quieres, en la mina
que guarda el ser cansado: ha de irse
por la oscura corriente al nuevo puerto
que no han visto sus ojos todavía.


ZARDOYA, Concha; Altamor 1986, Madrid, Endimión/Ayuso, 1986, ISBN: 84-336-0261-6, 98 pp., pág.: 38.


…………………..