CANTO INDIVIDUAL
Garcilaso, tu lira,
pero es a san Juan al que yo recuerdo,
él sí es el que me inspira.
La vida en el me acuerdo,
un canto al amor, aunque no es muy cuerdo.
Nací en un pueblo llano
-bajo el poder vil de la dictadura-
no había mar, castellano.
Linaje sin usura,
después comprobé que la vida es dura.
Libre voy por el campo,
corriendo canto, salto; mas trabajo.
Ningún placer me zampo:
labrar es a destajo.
¿Una salida para los de abajo?
Sin libros y sin maestros
voy conociendo, con grandes temores,
saber de mis ancestros;
todo por mis mayores.
“Tienes que ser buena y fuerte, no llores”.
Los años van pasando
y, si el viaje de vuelta lo has logrado
cuando ibas caminando,
sabes que no han fallado,
que no ha sido tan malo el resultado.
Nos vamos a otro lugar,
de la Mancha. Adolescente, creciendo
estoy aprendiendo a jugar;
si pierdo voy sonriendo.
Puedo estudiar, cambio mis días: viviendo.
Apuesto por el saber,
me rodeo de libros siempre que puedo
para poder conocer.
Pero no es fácil, quedo
sin blanca, tengo que mover los dedos.
Los días irán pasando
y todo aquello que me rodea quedará
atrás, voy caminando
sin parar. ¿Qué pasará?
-De todo. Lo más hermoso llegará.
Esto de sobrevivir
no va a ser corto, más bien será largo…
Lo difícil de existir.
Salgo de mi letargo,
consigo abrirme camino: un 'sin cargo'.
Me caso, me emparejo;
nada permanecerá y quedo sola,
sin embargo, no cejo;
conozco a otra pochola,
me conquista con sólo decir: ¡hola!.
Debió ser una tarde
de primavera, mas tendría que esperar
al corazón ya que arde
la llama viva de amar,
fue otro día cualquiera el que me ha de mirar.
Tiempo de rebeldía,
de encuentros y desencuentros, sincero.
Entonces no sabía
lo que era dicha, pero
lo comprendí al conocerla en enero.
Como si la intuyera,
dentro de mi cápsula imaginaria,
antes la conociera.
¡Es dicha extraordinaria!
Quizás una aventura legendaria.
Me mira desde el umbral.
La contemplo sin moverme, pasmada,
con un amor maternal.
¡Es la hija de mi amada!
¿Con quién estará mejor resguardada?
Quizás se debe llorar,
la querencia enloquece como es normal
por la ardua senda de amar.
Pero no todo es fatal,
aunque pasa el tiempo ella es: la 'sin igual'.
M. Godúver
Garcilaso, tu lira,
pero es a san Juan al que yo recuerdo,
él sí es el que me inspira.
La vida en el me acuerdo,
un canto al amor, aunque no es muy cuerdo.
Nací en un pueblo llano
-bajo el poder vil de la dictadura-
no había mar, castellano.
Linaje sin usura,
después comprobé que la vida es dura.
Libre voy por el campo,
corriendo canto, salto; mas trabajo.
Ningún placer me zampo:
labrar es a destajo.
¿Una salida para los de abajo?
Sin libros y sin maestros
voy conociendo, con grandes temores,
saber de mis ancestros;
todo por mis mayores.
“Tienes que ser buena y fuerte, no llores”.
Los años van pasando
y, si el viaje de vuelta lo has logrado
cuando ibas caminando,
sabes que no han fallado,
que no ha sido tan malo el resultado.
Nos vamos a otro lugar,
de la Mancha. Adolescente, creciendo
estoy aprendiendo a jugar;
si pierdo voy sonriendo.
Puedo estudiar, cambio mis días: viviendo.
Apuesto por el saber,
me rodeo de libros siempre que puedo
para poder conocer.
Pero no es fácil, quedo
sin blanca, tengo que mover los dedos.
Los días irán pasando
y todo aquello que me rodea quedará
atrás, voy caminando
sin parar. ¿Qué pasará?
-De todo. Lo más hermoso llegará.
Esto de sobrevivir
no va a ser corto, más bien será largo…
Lo difícil de existir.
Salgo de mi letargo,
consigo abrirme camino: un 'sin cargo'.
Me caso, me emparejo;
nada permanecerá y quedo sola,
sin embargo, no cejo;
conozco a otra pochola,
me conquista con sólo decir: ¡hola!.
Debió ser una tarde
de primavera, mas tendría que esperar
al corazón ya que arde
la llama viva de amar,
fue otro día cualquiera el que me ha de mirar.
Tiempo de rebeldía,
de encuentros y desencuentros, sincero.
Entonces no sabía
lo que era dicha, pero
lo comprendí al conocerla en enero.
Como si la intuyera,
dentro de mi cápsula imaginaria,
antes la conociera.
¡Es dicha extraordinaria!
Quizás una aventura legendaria.
Me mira desde el umbral.
La contemplo sin moverme, pasmada,
con un amor maternal.
¡Es la hija de mi amada!
¿Con quién estará mejor resguardada?
Quizás se debe llorar,
la querencia enloquece como es normal
por la ardua senda de amar.
Pero no todo es fatal,
aunque pasa el tiempo ella es: la 'sin igual'.
M. Godúver