EXILIO INTERIOR Y PIEDAD EN MARÍA ZAMBRANO
Al grupo Liberadillas
ideado por Viky, sus componentes en principio fuimos cinco y hemos quedado cuatro:
Viky Frías, Lola Gil, Esther González y quien escribe la dedicatoria.
Escribo desde la soledad en la que me encuentro, pues motivos
personales y esta pandemia me han llevado a dar tumbos de un lado para otro
durante más de cuatro años. En este momento vivo en Andalucía, muy cerca del
lugar donde nació María Zambrano, la filósofa veleña. Cuando me instalo en una
nueva ubicación, una vez acabada la infraestructura que me permite vivir un
poco cómoda, de manera natural a mí como algo intrínseco de lo que no puedo
desasirme, la mayor parte del tiempo que me queda de ocio, a lo que me dedico
es a leer y a seguir adquiriendo conocimientos, a escribir un poco o volver
sobre lo escrito anteriormente. Y me encuentro reflexiones más extensas o
pequeñas notas en archivos y más archivos, incluso en alguno de mis blogs en
los que escribí a partir del 2008 y hasta el 2017. Gracias a uno de estos blogs
llamado Un cuaderno conocí en el día
a día a Viky, mi compañera de escritura desde entonces, nos divertimos tanto
aquellos meses de intercambio a cuatro manos desde la más cercana distancia, ella
escribía en Barcelona y yo en Madrid, gracias a Internet y las nuevas
tecnologías nuestro contacto a distancia se convierte en tiempo real. ¡Qué
tiempos aquellos!
Por cierto, Madrid es la ciudad que yo elegí para vivir, es
el lugar donde yo he sentido que formaba parte de cada aliento de la misma, de
sus lugares más recónditos, de sus entrañas…, y no sé si podré volver a vivir
allí. A María Zambrano la ayudaron a volver a Madrid, vivió allí los últimos
años de su vida, ella volvió. La mujer de papel con la que he compartido más
horas a lo largo de mi vida ha sido con ella, la Zambrano me ha proporcionado
horas y horas de lectura, pensamiento, argumentación, meditación; y escribir
algunas líneas por mi parte sobre ella, también me ha llevado a escribir partiendo
de lo aprendido con ella. Cuando llegué a Andalucía y, gracias a mi sobrino
Jose Antonio que me regaló cuatro libros de María Zambrano con motivo de los
reyes magos para que tuviera más libros en casa, pensé que tenía que retomar la
investigación y estudio sobre la filósofa, pero de manera diletante, dejarme
llevar y ver si me inspiraba escribir más acerca de ella. Me encontraba inmersa
en esas intenciones cuando recibí una misiva a través del correo electrónico
donde se me proponía que escribiera algo sobre este momento de pandemia y el futuro
que nos espera. Y María Zambrano surgió, como una luz a seguir, en este denso
bosque enmarañado que se ha ido formando por estas circunstancias adversas en
las que está sumida la humanidad.
Mi amiga Esther, una de las participantes en el grupo
Liberadillas, me estaba proponiendo que escribiéramos algo sobre la situación
actual y aventurarnos a dar una respuesta de futuro. ¡Vaya asunto!
Bien, pues se me ha ocurrido unir mi intención y su propuesta,
a modo de investigación, tratar de descifrar a través del legado zambraniano qué
nos diría ella al respecto. Y el camino que emprende para vislumbrar la piedad,
también me vale a mí, puesto que el
camino hacia la piedad puede ser diverso, una luz que nos alumbre y nos sirva
de guía, encaminarnos hacia una de las diversas utopías. Algo así como
conseguir un estado de gracia, a la manera weiliana, donde la vida ya no se
puede vivir de otra manera sino en ese despertar de la conciencia y el corazón, Simone Weil fue tan coherente que lo vivió
hasta las últimas consecuencias y se dejó llevar.
Momentos de crisis, como esta crisis sanitaria que padecemos hoy,
a nivel global a causa de la pandemia y con una información en tiempo real, no
han podido ser vividos hasta ahora porque los logros alcanzados en la ciencia y
tecnología por la humanidad son los que son y no se contaba antes con ellos, la
globalización se ha conseguido, en la enfermedad ya lo hemos experimentado
bastante. Crisis, lo que entendemos por crisis siempre se han dado en la
sociedad, ya sea en una nación, en todas, ahora comprobamos que este problema
sanitario se extiende a todos los hogares del planeta. Parece que fue Einstein
quien dijo aquello de que no sabía cómo sería la tercera guerra mundial, pero
la siguiente se resolvería a pedradas por el poder de destrucción masiva que
había alcanzado la humanidad. Hace tiempo que vivimos diferentes crisis mundiales,
suelen ser económicas las más de las veces, aunque se encubren en sanitarias, políticas,
sociales…, y ahora la economía es más global porque los avances científicos han
ayudado a conseguir la globalización en todo, quizá, sea también por lo que cada
vez nos afecta más a todos lo de todos. Tantas crisis que parece que haya
llegado esta forma de vida en estado crítico para quedarse. Pues ya iremos
viendo aquello que predijo Einstein, quien lo vea o veamos, en qué quedan estas
múltiples crisis, algunas veces desencadenantes de guerras mundiales, y de qué
manera se llevará a la práctica la siguiente crisis, catástrofe o guerra, y ya
la verá quien la vea.
Las guerras, las crisis, las catástrofes naturales son un
gran parón en la vida diaria y traen cambios sociales. Son momentos críticos
que llevan al ser humano a límites casi insospechados, cuando se piensa que no
puede llegar nada peor…, vaya si llega, y se presenta otro momento histórico
que parece insuperable a sí mismo.
La filósofa veleña supo bien lo que son estos momentos
adversos por los tiempos en los que le tocó vivir. Cuando parecía que la vida
empezaba a sonreír a la sociedad española en general gracias a todos los
avances que se consiguieron en educación, sanidad, igualdad entre hombres y
mujeres; logros para vivir en una sociedad más justa, culturalmente hablando
inmersa en la hoy llamada Edad de Plata, se les viene todo abajo. De lo que se
sufrió aquel entonces en España se ha escrito bastante, tratemos de no
olvidarlo para no volver a las andadas. Y qué decir de lo ocurrido en Europa,
las hermanas Zambrano pueden dar buena cuenta de guerras, y vuelta a empezar en
su vida personal y social.
La filósofa española tuvo que tomar el camino del exilio,
como tantos otros más, salió junto a una cantidad enorme de hombres y mujeres
que pensaban de manera diferente y lucharon en el otro lado por sus ideas, pero
son los que se van o se silencian porque no se les permite desarrollar y poner
en práctica una propuesta social, cultural y económica para todos los españoles,
fueran de la ideología que fueran.
María Zambrano vivió un largo exilio que ha sido conocido por
su dedicación al estudio. Y desde ese
exilio impuesto y llegado a él por tantas circunstancias adversas, ese exilio
exterior por el que tiene que salir fuera de las fronteras españolas, desde ese
exilio, me ha parecido, es capaz de bajar a los ínferos del alma y en ese
reconocerse a sí misma, al que se puede llegar a través de un exilio interior,
en las entrañas mismas del ser y, a través de un método, gracias a su bagaje
filosófico y místico se encamina hacia un encuentro universal desde lo personal
al que ella vislumbra y le da el nombre de piedad, retomando el concepto
cristiano pero desacralizado y poniéndolo al alcance de cualquiera que se
atreva a emprender el viaje. Las crisis es lo que tienen que necesitamos salir
de ellas, qué menos. Es como he entendido yo a la filósofa.
María Zambrano se acerca al misticismo también a través de
algunos pensadores del saber en cuestión, tuvo bastante influjo de San Juan de
la Cruz, Miguel de Molinos y otros nombres de la mística sufí. Aprendiendo de
esos gigantes, por aquello de que caminamos
a hombros de gigantes, que ella conoció le ayudaron a dar un paso más en la
búsqueda de un método. Pero a la vez tuvo que conocerse más a ella misma desde
ese llamado exilio interior, al decir zambraniano, y haciendo camino da con el
concepto de piedad como escribí antes, quizá, cuando pensaba en la vida de su
hermana Araceli. ¿Será una luz vista en los claros del bosque?
A mi modo de ver llegamos a estos momentos negativos que nos
ponen en jaque en lo personal y, otras
veces, a la humanidad entera porque no sabemos vivir mejor. Aprendemos y desaprendemos
lo aprendido como por arte de magia y cada cual tiene que encontrar su camino, pero
a la manera machadiana: ¿Tu verdad? No,
la Verdad, y ve conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela. Es como si, desde
lo personal, tuviéramos que acercarnos a lo universal cuando lo que queremos lograr
es una sociedad más justa. ¿Pero de qué verdad estamos hablando? Será de la que
se pueda universalizar, de esa, de la que vale para ti y para mí. No de la tuya
o la mía, que suele ser más egoísta porque la buscamos según nuestros
intereses. Esa no nos vale para una sociedad más justa, necesitamos aspirar a una
sociedad más justa para todos los habitantes de esta tierra.
María Zambrano desde los ínferos del alma y con todo su
bagaje místico filosófico sale, como impulsada por un resorte, hacia esa luz que
encuentra en los claros del bosque, con un método que es guía en un camino
hacia la piedad.
Durante unos meses de esta etapa de pandemia, a modo de
letanía o mantra, me dediqué a leer a esta filósofa, y encontré entre las
entradas a un blog notas que subí en
otro momento, esas entradas al blog me ayudaron también a saber algo más de ese
camino zambraniano para dar con la salida de una crisis, salida necesaria.
Quizá más que quedarnos con lo que nos llegue o lo que nos encontremos, lo que hay
que considerar es qué respuesta podemos dar ayudadas con esos conocimientos,
noticias o vivencias que nos llegan para poder cambiar el estado en el que
hemos venido a dar, con ese devenir personal o universal en el que nos sentimos
inmersas para salir de él.
Y así, si somos conscientes y nos guían pensamientos
generosos y los buenos sentimientos, los que se pueden universalizar, parece
que no nos queda otra que encontrar nuestro camino, la búsqueda de una guía, un
método, que nos ayude a conseguir un proyecto, algún fin. Un estado en el que
nos sintamos en plenitud y armonía con nuestra gente, con todos.
Lo consiguiera o no parece que es a lo que se encaminó María Zambrano
y lo que me ha llevado a mí a acercarme más a ella a través de sus lecturas.
¡Allá en la luz! Es una posibilidad que, en esta época de crisis, hayamos
aprendido a organizar nuestro día a día en un camino hacia una sociedad más
justa. Esa posibilidad de luz que nos guíe por un camino hacia una utopía,
llamada piedad o cualquier otro concepto que pueda unirnos y queramos conseguir
juntos.
Somos animales racionales colmados de deseos, un manojito de deseos que me dijo una
amiga, pero necesitamos salir de la inmanencia y trascender. Necesitamos acercarnos
a la trascendencia sea como sea.
Cada cual en particular tiene que tratar de que su camino
esté de acuerdo con sus ideas, pero, cada individuo será más coherente y vivirá
más acorde con una justicia social, si el camino personal es bastante parecido
a lo que se pueda compartir en un camino universal. ¡Es una posibilidad de
acercamiento a la utopía!
En Marbella, a 23 abril de 2021.
Mercedes Merino Verdugo
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