martes, 19 de noviembre de 2024

OTRO CUENTO NAVIDEÑO

 

Otro cuento navideño

 

 

                                    Mercedes Merino Verdugo 

 

 

 

 

 

                                     Jose Antonio Merino Quintanar

                                     Fotografías e imágenes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                Dedicado al benjamín de la familia,

                                                                              Álvaro Raboso Sánchez

                                                                       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Vacaciones de Navidad, este año voy a ver a los primos! Nos vamos unos días a la casa que tiene nuestro tío José Antonio en el monte y, luego, irán llegando el resto de la familia para celebrar el final de un año y el comienzo de otro.

El viaje fue agotador, estamos cansados, gracias a mi tío nos encontramos ordenada la vivienda para acomodarnos en ella.

Nos permitimos un leve descanso y después salimos a echar un vistazo por los alrededores, tras una hora, nos dirigimos de nuevo a la morada.

¡Qué acogedor el habitáculo!, el calor que desprende la lumbre ayuda a conseguir ese ambiente hogareño que a todos nos encandila.

Hemos hecho muchos planes, lo pasaremos fenomenal.

Tenemos ganas de estar los tres primos juntos, de pasar la noche sin dormir, hablando horas y horas cerca de la chimenea recordando muchas aventuras, sobre todo de miedo. Nos atrae de manera especial lo desconocido.

Empezamos contándonos las aventuras más divertidas que nos han ocurrido con los amigos o lo sucedido en el colegio con los compañeros. Luego, entrada la noche, cuando nos encontramos casi apiñados cerca del fuego flota algo misterioso en el ambiente.

Hablamos más despacio, se nos nota el miedo, nuestros ojos brillan más e incluso parece que disminuyen nuestros cuerpos al acercarnos tanto los unos a los otros. Ninguno quiere que los otros piensen que es un cobarde y nos reímos para demostrar nuestra valentía, pero las risas nerviosas nos delatan más aún.

La noche, las historias y la atmósfera que hemos creado nos ponen en tensión. Empezamos por recordar películas de miedo, después hechos que nos han contado, y nos empeñamos en asegurar que son verdad aventuras que nosotros mismos nos imaginamos.

Se oyen frases como estas:

“Te acuerdas cuando el protagonista corría, iba a ser alcanzado y sonaron las campanadas del reloj…”

“Y aquella horrible criatura que emergió del fondo del mar…”

“Me contaron que a mi abuelo se le apareció…”

“Y dicen que es verdad eso que ocurre cada vez que…”

Nos esforzamos por seguir allí unidos, mas el sueño termina venciendo nuestros deseos.

El tío llega y decide que ya es hora de ir a dormir. Las camas están preparadas para recibir nuestros agotados cuerpos.

-Vosotros, Bruno y Loreto, os vais a acostar aquí. Álvaro, el benjamín de los tres, va a dormir en esa pequeña habitación junto a la mía -dice el tío.

Cuando acompaño a mi prima Loreto a la cocina para beber agua veo un insecto repugnante debajo de un mueble, es como si estuviera acechando nuestros movimientos. Grito, grito tanto que los demás se asustan y vienen corriendo. Bruno sonríe y Loreto me pregunta que si me asusto de una araña.

Me parece que no conciliamos el sueño, una vez acostados se oyen algunos comentarios y risitas forzadas que vienen de la habitación de mis primos.

Se duermen todos, solo queda el silencio aterrador de una noche oscura en un lugar apartado entre los montes. Me parece que tengo sueño…

 

Estamos contentos, el día resultó genial. Pero un acontecimiento imprevisto nos juega una mala pasada. Permanece todo tan oscuro. Oímos ruidos poco conocidos, no podemos distinguir de dónde proceden, ni quién o qué los produce.

De momento no le damos importancia, pero cada vez se hacen más patentes hasta el punto de sobrecogernos, estamos realmente asustados.

Bruno, que es el más valiente de los tres primos, sale al exterior y alumbra con la linterna hacia la oscuridad. No ve nada. El tío sube a la zona abuhardillada acompañado por Loreto para comprobar si viene de allí ese espantoso ruido. Yo me dedico a mirar a través de las ventanas, el exterior es una mancha negra, no se puede distinguir nada. Aterrorizados nos reunimos de nuevo para buscar una explicación a todo aquello que nos está ocurriendo.

Escuchamos algo parecido a un gruñido animal o un quejido humano o puede, incluso, proceder de un aparato mecánico grabado a propósito. Lo que nos inquieta es que cada vez lo oímos más cerca…, y esto nos acaba poniendo los pelos de punta y los nervios a flor de piel.

Por aquellos parajes sólo estamos nosotros. Tratamos de calmarnos unos a otros, de armarnos con objetos contundentes o terminados en punta. Nos preparamos para cualquier eventualidad. Cada vez se oyen los ruidos más cerca, pero no vemos a nadie. ¿Contra qué o quién vamos a enfrentarnos? Lo que sí parece seguro es que el sonido procede del exterior.

Cogemos las linternas para salir, dirigimos el foco luminoso a varios puntos. No se ve nada. De pronto cesa el ruido. El silencio es más espantoso si cabe. Emito un grito aterrador.

-¡No!

Siento que me oprimen muy fuerte el pie y tiran de mí, me agarro al brazo de uno de mis primos, creo que es a Loreto y ella tira a su vez del tío. El extraño ser nos arrastra cada vez más.

Nuestras fuerzas empiezan a flaquear, llega a tiempo Bruno y da un fuerte golpe a esa enorme masa, me siento libre de la trampa en la que he caído.

Casi no puedo caminar, me arrastran hasta el interior de la vivienda.

Una vez allí, examinamos mi pie por el lugar que ha sido oprimido para encontrar una pista, cualquier indicio. ¡Es inútil! Por las señales que vemos en mi pierna parece que he sido atrapado por unas grandes y resistentes pinzas. El dolor es insoportable.

El tío saca el botiquín de primeros auxilios, pero no le ha dado tiempo a levantar la tapa cuando se abre la puerta de golpe.

No entra nadie, aparece un fondo oscuro, es noche cerrada. El ruido sigue allí. Loreto está tan sorprendida que no puede más y grita:

-¡Por favor! ¿Quién está ahí?

Y todos nos unimos a ella desesperados para tratar de calmar a nuestro visitante, de hacerle saber que no vamos a causarle daño.

-Conteste, ¡por favor! -dice el tío.

-Nosotros no le haremos daño –asegura Bruno.

Pienso que aquella persona o animal que está fuera sabe que no podemos causarle daño alguno.

-¿Qué pretende? –me atreví a preguntar.

 

No obtuvimos ninguna respuesta. Se ha levantado viento, puede haberse abierto la puerta por ese motivo. Seguro que mi pierna ha sido atrapada por un cepo o he pisado entre algunos matorrales y se ha enredado entre ellos. No estamos muy convencidos de nuestras suposiciones, son para tratar de calmarnos. ¿Y el ruido? -pensamos- ¿Y aquella fuerza que tiraba de nosotros?

La noche produce ruidos muy extraños, pero este se oye cada vez más cerca.

Ahora parece que está en la zona de arriba, se arrastra un cuerpo o eso es lo que nosotros podemos sospechar.

La puerta sigue abierta. Se acerca apresuradamente hasta ella el tío y la cierra. Apoya la espalda en ella y respira profundamente.

Yo sigo sentado en el suelo, mi pierna empieza a entumecerse, la hinchazón va en aumento, aparece y desaparece, siento que me desmayo…

El cuerpo de arriba sigue arrastrándose y el ruido se oye más cerca, pero más suave, emite risas de satisfacción.

Nos situamos en el rincón opuesto a la escalera por la que se accede a la parte de arriba, nos preparamos para cualquier suceso. Se oye caer un objeto pesado, ha debido tropezar con algún obstáculo. El viento sopla cada vez más fuerte, el extraño ruido se percibe cerca… lo sentimos en la parte de arriba.

Nos aproximamos más el uno al otro, no sabemos lo que va a ocurrir.

Vemos que mi pierna empeora. ¿Cómo vamos a enfrentarnos a aquello?

Nuestras caras reflejan el espanto propio de quienes están en peligro, lo que sentimos lo muestran nuestros aturdidos e incontrolados movimientos.

Aquel ser extraño está cerca de la puerta que da a la escalera, en cualquier momento aparecerá.

¡De pronto! Vemos un enorme y horrible bicho asomarse al principio de las escaleras, y yo no puedo moverme, nos ha lanzado una gran telaraña a modo de red para atraparnos. Mis primos corren hacia fuera instintivamente. Me encuentro ante un animal espantoso.

Di un salto a la vez que grito: ¡No!, no me dejéis…

 

Alguien enciende la luz y trata de calmarme, he estado soñando.

Me animan porque no pasa nada, pero estoy sudando en medio de aquella gélida noche. Mi voz sale entrecortada. Me miro la pierna, se encuentra bien, menos mal.

Empiezo a contarles mi pesadilla y se preocupan al verme tan asustado.

-Era como una gigantesca araña, el ruido era terrorífico -les digo- y vosotros querías huir. Pero yo no podía correr.

-Estamos aquí. No pasa nada, ha sido un sueño. ¡Ve a dormir con tus primos! –me dice el tío.

Nos quedamos un rato despiertos los tres porque Loreto quiere que continúe contándoles lo que he soñado. Y sigo a duras penas hablando para explicarles mi pesadilla y para que se me vaya un poco el miedo que todavía perdura.

-No tenemos que contar historias de miedo antes de irnos a dormir -concluye Bruno.

Trato de imitar aquel extraño ruido para que ellos puedan comprender lo espantoso que era, lo tenía grabado en mi mente. ¡Los tres sonreímos juntos, llegan las terapéuticas carcajadas que consiguen calmarme!

 

Cada cuento cuenta con su moraleja y esta puede ser una de ellas. Ahora, me dirijo a quien está leyendo o escuchando estas líneas: olvidemos nuestros miedos ancestrales que nos han ido contando y contagiando generación tras generación.

Vivamos el presente con auténtica ilusión, nos cuesta poco y ganamos mucho, aspiremos a convivir en un mundo fantástico en el que nos permitamos crecer con verdadero amor y en armonía.

 

 

LA ENREDADERA

 

La enredadera

 

 

Me llamo Piedad, soy una de los nietos de mi abuela, la que plantó la enredadera del patio. Mi nombre es igual al de ella porque mi padre quiso seguir con la tradición onomástica de la familia. Hoy os voy a leer algo que me contaron, siempre pensé que había ocurrido en la realidad, que gracias a la enredadera se pudo salvar a la señora del octavo, pero parece que es ficción a juzgar por lo que se nos cuenta al final.

 

Durante un tiempo notamos la preocupación de Piedad, nuestra madre, por la enredadera que plantó y que no parecía hacerse mayor. Le habían asegurado que las enredaderas crecían mucho y adornaban las paredes de una forma especial. Nuestra madre la había ubicado en una gran maceta y se veía ridícula la diminuta plantita en un tiesto de tan grandes dimensiones.
Se quedó allí, un poco abandonada por todos, en el rincón del patio de un edificio de vecinos. Mi madre siguió regándola, pero sin muchas esperanzas de que se desplegara.
Al cabo de un tiempo comenzamos a observar que sus tallos eran más largos, sus hojas más anchas, se estaba desarrollando. ¡Al fin estaba creciendo! Mi madre se puso muy contenta, porque a pesar de que le habíamos dicho que no se molestara más con aquella planta, ella continuó cuidándola y suministrándole su ración de agua y de buen trato diario como a todas las demás.
Los jóvenes nos fuimos marchando de aquel piso. Nuestros padres seguían allí, los visitábamos frecuentemente. Sobre todo yo que no tenía residencia fija y mantenía casi todas mis pertenencias en la casa familiar.
Cuando salía al patio y regaba las plantas le prestaba mayor atención a la enredadera. ¡Había crecido tanto! Y nosotros que pensábamos…
Se convirtió en una gigantesca enredadera, sus tallos trepaban por las paredes, cerca de las terrazas interiores del edificio, ya habían alcanzado el segundo piso, además de haber rodeado todas las paredes del patio, con ayuda de nuestra madre que en un principio condujo los tallos a su antojo. Ahora trepaban hacia arriba de una manera increíble como por voluntad propia.
Había una vez una vecina en el octavo que se quejaba por todo y aseguró que, cuando llegara aquella horrible planta a su terraza, no pasaría de allí porque ella se encargaría de cortarla.
Todo le molestaba a la pobre señora del octavo, tan joven y tan gruñona.
Últimamente no había de qué quejarse pues los vecinos eran excelentes personas que no importunaban a nadie. Pero mira por donde la señora Concha estaba buscando pelea y encontró un buen pretexto en la molestia que le pudiera ocasionar la enredadera.
¡Y eso que tardaría bastantes años en llegar al octavo, si es que llegaba!
Además no parecía que fuera ninguna molestia porque a los vecinos que había sobrepasado sus viviendas, por el contrario, les gustaba.


Pasaron los años, muchos años…


Los padres comenzaban a envejecer, los sobrinos que quince o veinte años atrás gritaban o jugaban en el patio los fines de semana ya no venían por aquí.
La enredadera seguía creciendo, desde abajo yo no podía calcular bien a qué piso había llegado.
Se experimentaba una extraña sensación viendo el desarrollo de la planta. ¿Cuál sería su fin?
La pobre maceta se quedó pequeña, a pesar de sus grandes dimensiones.
Los largos, resistentes y flexibles tallos de la enredadera habían alcanzado gran longitud y grosor.
La señora Concha envejecía y seguía tan cascarrabias; se preparaba para cortar la planta que en pocos años llegaría a la altura de su vivienda. Se le llenaba la cara de satisfacción al ver que al fin podría podarla, era una señora tan gruñona. Envejeció como todos nosotros y las piernas empezaron a fallarle, también la vista.
Nuestros padres dejaron el piso y desde hacía unos años era yo quien pasaba por allí, el edificio estaba muy abandonado. Solo vivía gente mayor desfavorecida económicamente que no podía mudarse a pisos o apartamentos nuevos. ¡La ciudad se había hecho tan grande! Las nuevas viviendas eran mucho más confortables y las familias jóvenes las preferían a las antiguas.
Casi todas las semanas procuraba ir por nuestra vivienda para regar los tiestos, dejar algunos libros y llevarme otros.

 

 


Un día… estaba regando las plantas en el patio y escuché un grito aterrador, era muy temprano. Miré hacia arriba y vi grandes llamaradas en las viviendas de los pisos superiores, en el interior. Era fuego y se había propagado a dos plantas de viviendas.
Salí del edificio y comprobé que el fuego se extendía solo por las terrazas de las plantas octava y novena. Entré de nuevo, pulsé el timbre de alarma y subí a nuestra casa, a toda prisa.
Llamé por teléfono a los bomberos y volví al patio para gritar: ¡Fuego, es fuego!
Los bomberos y otros cuerpos de rescate llegaron rápidamente, duró unas horas la evacuación.
Se hizo el recuento de vecinos y nos dimos cuenta de que faltaba la señora Concha. Estaba inválida y venía algún profesional de los servicios sociales a cuidarla, pero sólo unas horas al día y no todos los días.
Se pensó en los posibles accesos hasta su vivienda; era inútil, no había forma de entrar.
En ese momento recordé que algunas veces, muchos años atrás, los vecinitos del tercero aprovechaban la ausencia de sus padres y bajaban hasta el segundo piso, a casa de sus primos, deslizándose por la enredadera del patio que había trepado hacia arriba y había alcanzado sus terrazas.
Les dije a algunos bomberos que me acompañaran, que tal vez se podría subir gracias a   la enredadera que había en la pared de los patios interiores.
En el patio comprobaron si la enredadera aguantaba el peso de una persona; la planta respondió bien a las pruebas de los agentes. Uno de los bomberos trepó rápidamente por ella.
Desde el piso octavo el bombero tiró varias cuerdas, aseguró bien a la señora Concha y comenzó a descender, otro bombero tiraba suavemente y la bajaron despacito hasta pisar tierra firme. La señora había arrastrado su cuerpo hasta la cocina aturdida y llena de miedo, pero gracias a esa iniciativa se pudo llevar a cabo más rápido su evacuación. Una vez rescatada, salimos corriendo de allí.

La enredadera fue la protagonista para poder salvar a la señora Concha.
Llegaron más refuerzos, fue una larga jornada.
El edificio quedó hecho una lástima, tanto el interior como el exterior acabó negro por el incendio, destrozado.
Se logró extinguir el fuego y salvar algunos objetos personales, sobre todo de los pisos más bajos.

 

 

 

 

El fuego acabó, pero la rehabilitación del inmueble resultaba muy costosa. A los vecinos nos dieron viviendas en otro edificio, éramos pocos, algunos ancianos se alegraron. La mayoría salió beneficiada con el cambio.
El edificio fue derribado unos meses después y con él pensé que  estaba enterrada entre los escombros la vieja y útil enredadera.

 

Han pasado treinta años, eso parece lo único cierto, en cuanto al resto del relato, casi todo es ficción: la señora Concha nunca existió, no hubo ningún incendio. Los padres de aquella familia murieron, la madre hace ya tantos años… el piso se vendió al poco tiempo de morir Piedad y cada miembro de la familia continuó viviendo en otros lugares, nacieron más nietos. También murió Manuel, el padre.
La única que queda como testigo del paso de aquella familia por allí es la enredadera: testigo de nuestras correrías de niños, de nuestras risas, de aquel ambiente familiar pendiente de salir adelante. Cuando llegaban los reyes, si nos compraban algo, jugábamos en el patio por un doble motivo: los niños por el placer de disfrutar con el juguete y los padres por el orgullo de haberlo podido comprar.
Han transcurrido treinta años y el único ser vivo que ha quedado en la vivienda de aquella etapa que pasamos junto a nuestros padres ha sido la enredadera.



 

Enredadera fotografiada en  la primera década del siglo xxi por uno de sus hijos, José Antonio.

 

 

 

Escrito hacia 1980, en Alcázar,  junto a la cuidadora de plantas que era nuestra madre Piedad. Reescrito, en Marbella,  en el año 2021 para dedicárselo a la nieta que lleva su nombre: Piedad Merino García. Nombre con el que la bautizaron sus padres, Manuel y Toni.

 

 

Mercedes Merino Verdugo

AL MUSEO EN METRO

 

Al museo en metro

                                          Mercedes Merino Verdugo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 En metro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La necesidad me encadena

me liberan los sueños.

De tanto vivir en las nubes

me he colgado de la luna.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estábamos sentados, otros no podían

permanecer en aquel lugar ni de pie.

Se atrevió a molestar donde no debía

según las normas de la buena sociedad.

Así es la vida, unos derrochamos

sin parar y otros no tienen para comer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El domingo en el metro

veo caras alegres con amplias sonrisas.

 

Los días laborales nos acerca

al trabajo.

Los usuarios en el subterráneo

llevan smartphone, móvil, tablet.

Más del ochenta por ciento utilizan máquinas.

Algunos duermen, otros bostezan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más metro, más metro, más metro.

El suelo está sucio, algunos papeles

abandonados  nos hablan del poco cuidado.

 

¡Algarabía de peques!

Salen del colegio

han sido recogidos por las madres, los abuelos

algún que otro padre. Los pequeños cuidados

por los padres. ¿Cuidarán algún día

estos peques varones a sus progenitores?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se habla de lenguas en el  suburbano

conversaciones de políglotas

bajo la villa. ¡Qué deleite!

 

Jóvenes promesas enganchados a la pantalla

de artefactos varios. Cada vez se integra

más el cuerpo a la máquina.

 

Algunos parece que se esconden tras un libro.

¡Es tal la exigencia del canon de belleza!

¿Quién lo impone?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chanclas

 

                                                                                                                           Para Alonso Merino García

 

Si no hay botas, chanclas.

Unos van descalzos

otros con botas de marca.

Me acerco a la infancia

hambrienta para ver el color

de sus alas. Disfrutemos

con los charcos

nos regalan miradas

nos envían muy lejos.

Algunas chanclas

se elevan desde zancos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seguridad

 

Violines, flautas, guitarras…,

el metro transporta música.

Los ciudadanos están tristes:

unos aplauden, otros

colaboran, pocos sonríen.

La seguridad llega en detrimento

de la libertad. Se acalla y silencia

el canto.

El usuario calla desencantado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Chusma

 

                                                                                           Para Alba Rondón González

 

 

Me gusta. Somos

más libres, no tenemos

nada que perder.

¡Formo parte de la chusma!

Reímos a carcajadas

no nos importa

el qué dirán.

No sé los demás pero yo

siento que no poseo nada.

Me encanta el uso del concepto

por Pérez Galdós en Marianela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más metro

                                                                                                           Para Asunción Oliva Portolés

 

¿Dónde está la medida cuando

la ciudadanía se levanta?

La casta utiliza a la masa para ocultar

sus peores sentimientos: el odio y el egoísmo,

tiene miedo a ser reconocida.

¡El pueblo así no aguanta!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Congoja

 

No consientas que te conviertan

en sumiso guardián del sistema.

Así se sienten ante la barbarie

quienes antes que nosotros pensaron

y lo reflejaron en imágenes.

Goya, amigo, ¿el perro semihundido

es respuesta o antesala

de las pinturas negras?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre cotos privados

 

Cuando algunos chicos se reúnen

en panda les sale lo más ancestral,

convierten al sujeto

en objeto para después apresarlo,

desde el más gañán a los más

refinados por el cargo que les ha tocado

en esta escala social se afanan en depredar.

¿Seremos capaces de vivir sin avasallar?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una labor bien hecha

 

En el día de las mujeres trabajadoras quiero recordar

a  las amas de casa porque gozan

de poco reconocimiento social.

Cada cual se  debe realizar sus trabajos

personales y, si los puede y quiere pagar, que los pague

con un salario digno y no sigamos esclavizándolas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Érase una vez un sastrecillo valiente

 se atrevió a confeccionar

trajes para todo  tipo de gente

vestida a medida con botones

remotos para su control.

De esta guisa vistió a todo el mundo,

muchos fuimos invitados a una fiesta.

Los allí presentes bailábamos sonrientes,

fue manipulado semejante artilugio

y todos quedamos desnudos.

¡Quién nos lo iba a decir,

cómo lo podíamos imaginar,

qué asombro cuando nos miramos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me encuentro entre los solitarios,

mas necesitamos sentirnos entre el nosotros

con lo que muchas veces soy de los mandados,

pocas veces estoy en el poder porque no me sienta bien.

El poder mal utilizado corrompe a cualquiera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las Sinsombrero

                                                                                                                Para mi compañera de escritura,

                                                                                Viky Frías Ruiz

 

Un aplauso por la ocurrencia que el sombrero

se lo pongan otros. Vivamos

con la cabeza descubierta.

 

Esa historia silenciada de tantas y tantas damas

nos parece imposible que se repita de nuevo.

Pero sabemos que es difícil cambiar

los privilegiados ponen obstáculos.

Sigamos aprendiendo  a vivir

a corazón abierto y mente despejada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paseo por las calles

 

Horas sin aliento desafían el tiempo

me agarro al alma para no perder la calma.

Mantenemos viva el ansia de acumular sin parar

riqueza de acá y allá. Guardianes del sistema,

de una u otra manera, somos los de esta empresa

llamada capital pues beneficios nos da.

¡No me bajo del barco soy un fantoche de trapo!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Existen tantos problemas

se complican al contarlos.

A veces sentimos tan de cerca

la sinrazón, es como un comezón

que nos congela la vida.

Si las adversidades nos llegan

mejor llevarlas con calma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Dónde nos encontramos?

Ahora nos llega el correo

de instituciones, administraciones

o a través de yahoo, gmail,

orange, hotmail.

¿Dónde están

los emisores de entonces?

¿Qué ha pasado

con los pueblos y ciudades?

Nos comunicamos

desde un mundo virtual

hemos cambiado los domicilios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Necesito equilibrio, sentirme en paz.

Bastante tenemos cada cual con nuestros problemas

si nos dedicáramos a resolverlos

de manera particular se solucionaría

la mayoría a escala global.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Clase preferente

 

Frente a la vejez

no hay nada que hacer

a todos nos llega

y al que no,

la vida le cuesta.

Hoy he visto

dos señoras en el vagón

conversaban amargadas.

 

Entraban y salían

de todas las edades,

algo nos caracteriza:

viajamos en la misma clase.

¡Nos movemos en metro!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No a las armas

 

¿Hasta cuándo tendremos

que soportar

la violencia a un igual?

Seamos semejantes a quienes luchan

por lograr una justicia

universal

no a esos prepotentes

que con armas y puños

consiguen lo que quieren.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ante tanto dolor

se me parte el corazón

me siento presa

de la impotencia.

Reconozco mis limitaciones

el llanto me anega.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El empleo es empleo

 

Me siento esclava en el trabajo

cuando me doy cuenta

que no puedo cerrar la puerta

para no perder a los clientes.

 Tengo que respetar el horario

necesito cobrar a fin de mes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El hambre de los demás

 

A los templos del consumo

acudimos con gran placer

solitarios, en familia

y amigos en panda.

No queremos perdernos

las ofertas del dos por uno.

Resulta excesivo

lo vivimos como necesidad.

¡Y otros mueren de hambre!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sufrimiento personal

 

No sabemos del dolor

hasta que no lo sentimos.

Es un aguijón que se instala

en la mente y en el cuerpo,

se extiende por todos

los intersticios sin dejarnos

respirar. El mal se apodera

del yo sin piedad ni compasión.

Es tal la desesperación que

me acuerdo de quienes

sufren sin esperanza alguna.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las crisis

 

Llegan las crisis sin horarios

ni fechas  demostrándonos

que quienes ostentan el poder

obran como les da la gana.

Miran por su interés.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lavapiés

 

Me siento a tomar

un refresco y no me sienta bien,

hacía algún tiempo

que no veía semejantes escenas.

Algunos guardianes del sistema

llegan con motos o coches

para amedrentar a los de a pie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando se crean dos categorías

naturalcultural

realvirtual

nacen para fastidiarnos

                                                       si uno de los dos términos

ejerce el poder contra el otro extremo.

¡Nos sometemos a un sistema injusto!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fatal actualidad

 

Anoche me despertó

un mal sueño,

muchas personas

mueren por el hambre

y la guerra.

Las lágrimas cubren mi rostro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El vuelo de poetas

permanece a ras de suelo

aunque pretenda rozar el cielo,

se convierte en un quiero

y, tantas veces,  no puedo

porque ve las injusticias

a todas horas cumplidas.

 Los buenos deseos

se quedan en simple anhelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En un mismo escenario

 

Las calles se alargan

en sombras quebradas

de transeúntes sin casa,

los sin techo se cobijan

en cartones para pasar la noche.

Las entidades bancarias

alojan junto a sus cajeros

algunos de esos pobres

que no les aportan dinero.

 

Mañana por la mañana

el barrio lo pueblan ejecutivos

niñas y niños hacia el colegio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Melancolía

 

Me duele la necesidad

del hambriento

 la melancolía

de los sin sueños.

Me duele la falta de justicia

que soporta el pueblo

 la ajustada realidad

de los sin sueldo.

Me duele la indecisión

algunas veces del ego

la cobardía excusa

del quiero y no puedo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Existen los mercados?

 

En otro tiempo nos hablaron

de dios los de la religión

 del bienestar los de la nación;

estamos en una etapa de estafadores

 nos embaucan con los mercados.

¿Por qué cambian los nombres

quienes quieren aplastar al pueblo?

Así, las iglesias y los estados

nos acaban defraudando.

Currante amigo, sufriente testigo

cumples el horario preciso

te tratan como a un sumiso.

Como todos desembocarás

acaudalado o no en la mar.

No te llevarás nada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Anochece en las calles

madrileñas, millones

de luces vuelven a brillar.

Hojas desprendidas

en un corto vuelo

caen a las aceras

serán pisadas, retiradas

por el servicio de limpieza.

¡No sé dónde acabarán!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más de utopías

 

Si un mundo imaginario

pudiera inventar me gustaría

que fuera ancho de miras

corto de envidias,

con lo necesario para todos

y no lo mucho para pocos;

que la  educación más la sanidad

fueran prioridad y de la injusticia

no tuviéramos que hablar,

con las diferencias respetadas

en el que se diera la igualdad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jóvenes del 15 M

 

¡Despierta, niño, despierta

despierta, niña, despierta

en Sol se han levantado

temprano y está poblado

con decenas de pequeñas tiendas!

Se convocan a través de la red

toman las plazas en son de paz,

pretenden llegar a los foros de más barrios;

se reúnen en asambleas para dialogar y compartir ideas.

Parece que quieren conquistar la luna, han comenzado

en la Puerta del Sol su manifiesto para extenderlo al mundo entero.

¡Ojalá no sea un sueño!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Don dinero de nuevo

 

Huertos sin agua

 casas no ocupadas

miradas tristes.

Los jóvenes se reúnen

para acordar soluciones,

han fracasado los gobiernos.

El poder en manos del dinero

no es rentable, busquemos otros cauces.

Hemos tenido que llegar a momentos críticos

para pensar otras vías, no perdamos la ilusión.

En las sociedades de la opulencia si nos falta algo protestamos.

Y, en otras tierras, se sigue muriendo de hambre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la portería

 

Acabo de ver un autobús

miro desde el otro lado

cómo transcurre la vida.

Lo peor del trabajo

es que me mantiene presa

durante unas horas,

quiera o no quiera.

Los coches se marchan

a pasar el día fuera

y los contemplo sentada,

como si nada.

Una moto sale a toda prisa

como si le faltara día,

y  observo callada,

como si nada.

Vuelve la de la bicicleta,

tan coqueta,

con el medio casco en la cabeza,

y oteo asombrada,

como si nada.

Le toca el turno a los de a pie,

se acaba la jornada

y salgo entusiasmada.

 

 

 

En algunas culturas

se devoran unos a otros

como Saturno a sus hijos.

Los cristianos no somos politeístas

pero abundan santos y santas

a la virgen la multiplicamos.

El hombre acumula sin parar

incluso reyes en un portal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Ay, luna, luna!

 

Va decreciendo toda digna

a lo lejos, la contaminación

da un tono grisáceo al cielo.

En primer plano

un mastodóntico edificio

para eso recauda impuestos

a la derecha, la ciudad duerme

sin querer darse cuenta

de tantas miserias:

los sin papeles, los sin techo,

los sin trabajo, los sin hospital,

los sin colegio, los sin pan ni paz.

Se me parte el corazón

de dolor cuando pienso lo lejos

que está la humanidad

de una respetable solución.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una vez comenzado

el espectáculo

no sabemos qué ocurrirá

en el siguiente acto,

nos sentimos protagonistas

de la tragicomedia

de nuestra vida,

necesitamos pensar

que la farsa es real.

 

La coordenada temporal

acecha suspendida

¡macabra cuerda!

pretende ahorcar la existencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la calle los mendigos

viven sin techo

 los vemos al pasar…

y pasamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cada vez se comunica

más gente a través de la red.

¿Quién escribe cartas en papel?

El libro será un objeto de lujo

para coleccionistas y fetichistas,

las nuevas generaciones

pensarán que es de antiguos

lo que no sea leer en una pantalla.

Algún día otro soporte

sustituirá a los ordenadores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paraguas para soportar

el chaparrón

que se nos avecina

nubes de algodón

 nos curan las heridas.

Son muchas las desgracias

se habla poco de esperanza.

¡La música!

¿Una fórmula frente al poder?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Madrid se manifiesta

 

Es la una menos cuarto

según nos muestra

el reloj del Banco.

Una marea roja sube por Alcalá

 la Cibeles majestuosa

presencia

el evento impasible

apoltronada en el sillón

del carro arrastrado

por unos amantes castigados.

Unos amorcillos agarran

en sus manos un ánfora

y una caracola, ajenos

a la manifestación juegan

divertidos con el agua

mientras el pueblo llena las calles

en señal de protesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todavía no he visto

una manifestación numerosa

a favor de la eutanasia,

de vez en cuando se oye una voz

en primera persona.

Me he levantado irónica

me he dado cuenta

que la eutanasia llegará,

a la clase política se le avecina

tal cantidad de pensiones…

queriendo o sin quererlo

la aprobará en el Parlamento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pinceladas históricas

 

Panorama triste el que vivimos.

Desde épocas remotas

el poder

ha tratado de ennoblecer

las relaciones

con sus servidores:

en la etapa feudal el vasallaje,

la burguesía le da un viraje

al trabajo

para que lo aprecie el que lo lleva a cabo.

Los románticos con su amor

nos confunden el corazón

y en esta etapa capitalista

si no consumes te decapitan.

Se me olvidaba la Grecia clásica

en la que sólo algunos

disfrutaron de la democracia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Larga o corta la vida

no deja de ser una más.

Tarea ardua para quienes

se encuentran entre los débiles,

los oprimidos, los silenciados,

los que no pueden levantar cabeza

porque a la mínima se la pisotean.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me duele el mundo

 

El mundo está dividido

en pueblos pobres

y pueblos ricos.

Me duele la impotencia

la falta de amor

y las muchas penas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En un mundo justo

los conceptos rico y pobre

habrían desaparecido.

No se utilizarían las palabras

machismo o patriarcado.

En un mundo justo

los privilegios y el egoísmo

serían un anacronismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuevas generaciones

 

Pienso en las nuevas generaciones

me muero de pena,

¿disfrutarán de un mundo mejor?

No sé quién puede responder.

Como tantas otras preguntas

se quedará sin respuesta,

aun así tenemos que seguir

en la vida y trabajar juntos

para conseguir una buena convivencia.

¿Cuidarán estas generaciones a las anteriores?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me pregunto

qué profesiones salvaría,

ninguna si es una manera

de crear jerarquías.

En este barco sin rumbo

si de lo que se trata es de

que la vida sea vida

es cuestión de trabajar

codo con codo.

En este barco sin rumbo

para que no se vaya muy pronto al fondo

el amor y la justicia

han de ser nuestra guía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entre los demás

 

Cuando puedo vuelo

a ras de suelo,

algunas veces me refugio

entre la gente.

Me gustaría vivir

en un pequeño espacio

con posibilidades infinitas

abierto al prójimo.

Ser ciudadana de una aldea global

en la que reine la amistad

y nos olvidemos

de tener por tener sin más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comienza el día

 

Ya no lucen las farolas,

el astro surge majestuoso

alumbrando por todas partes.

Un edificio se despereza

entre claros y sombras.

Se recuerda el seudónimo

de un poeta para dar nombre

a una estación del metro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En metro

 

El metro es una vía estrecha

de distancias cortas y largas emociones:

a una señora se le caen las lágrimas

tras unas gafas, un joven sin dedos

pide limosna mostrando sus manos,

una niña come  un trozo de pan

se lo ha dado su madre,

dos chicas se acarician

tiernamente sin esconderse.

Junto a este grupo de gente

se agolpan añorados recuerdos

en mi mente porque, alguna vez,

compartimos tú y yo un metro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al museo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentario a un ensayo

 

 

Recibí El hilo y el grito, ensayo de mi amiga Asunción Oliva  Portolés, en un archivo a través del correo electrónico. Lo leí en la pantalla rápidamente sabiendo lo mucho que me iba a gustar lo que dijera en ese texto, y así fue. En cuanto pude lo trasladé al papel para leerlo con el interés que requiere para mí  una argumentación feminista.

La pensadora reflexiona sobre dos de los arquetipos de mujeres: por una parte la mujer sumisa en espera del marido, Penélope, y, por otra,  la que se subleva ante el poder estatal para cumplir con las obligaciones familiares, Antígona. Ambas mujeres interpretan perfectamente su papel. Se sacrifican o se rebelan   por una misión más fuerte que ellas mismas. ¿Qué fuerza guía a estas mujeres? La pertenencia a una familia y sus leyes ancestrales. Nada mejor que la familia para perseverar y sustentar la idea y práctica del patriarcado. Pues sí, individualmente la mujer es anulada y en la institución familiar se refuerzan los mecanismos necesarios para llevar a la práctica los imperativos del patriarcado hasta sus últimas consecuencias. La familia es un camino abonado para mantener en absoluta sumisión a las mujeres.

La doctora Oliva, investigadora a la par que muchas otras feministas que también  han estudiado el sujeto, nos habla del mismo desmontando algunas teorías de otros filósofos que han escrito sobre el sujeto. Cuando lo leí, lo que más me llamó la atención fue pensar en la familia porque es donde nos ensalzan y  nos mantienen presas a las mujeres.

Mientras Penélope teje el hilo Ulises viaja hasta que, finalmente, vuelve a Ítaca. ¿El hilo de Penélope ayuda a Ulises para que vuelva a Ítaca?, curiosamente Penélope teje el hilo junto a su hijo Telémaco.

Por otra parte, la voz de Antígona se alza pronunciándose contra el poder para cumplir con los deberes ancestrales de la familia. Aunque el rey Creonte, su tío,  le prohíba a Antígona enterrar a su hermano Polinices, ella necesita darle sepultura, acabar de una vez para lograr el sosiego. Mientras hay vida hay esperanza, pero si no hay esperanza tenemos que llevar a cabo lo necesario para quedarnos en paz.

El hilo y el grito nos habla del amor sacrificado y de la muerte.

En aquellos días, cuando recibí el ensayo,  me encontraba trabajando en unos relatos cortos que, en mi intención, hablaban de algunos tipos de familias diferentes. No sé el porqué, pero algo me vino a recordar mis cuentos cuando leí El hilo y el grito, y eso me aportaba un nuevo aliciente para que me tomara muy en serio la lectura del ensayo. Pues me preguntaba si no estaría en crisis la familia, como otras instituciones. Pese a que la familia es uno de los pilares de la sociedad, pienso que se constituye frente al poder y me pregunto: ¿si no se utilizara mal el poder nos tendríamos que atrincherar frente a él?

Para hablarles de la familia me voy a permitir comentar Las meninas, como si no se hubiera dicho ya bastante sobre este cuadro. Con la de cientos de interpretaciones que ya existen, ¿cómo atreverme yo?, me digo.

Miré el cuadro, que conocemos con el nombre de  Las meninas o La familia de Felipe IV de Velázquez, por primera vez cuando todavía era una niña, no sabía qué representaba ni quién lo habría pintado;  ni siquiera sabía si era una pintura o una fotografía. Encontré un visor de juguete en un cajón de una mesa abandonada en el cuarto trastero donde se guardaban las escobas y otros objetos para limpiar la escuela, me impresionó tanto que cada vez que podía volvía al cuarto trastero, abría el cajón de la mesa y miraba a través del visor para encontrarme con aquella familia. ¿Qué me había fascinado de esas personas que se encontraban juntas en un momento preciso de sus vidas y habían sido representadas? Quizás la paz que sentía al contemplar la escena, la tranquilidad, el orden, pensar que no necesitaban nada más, que todo estaba en su sitio. No lo sé. Más tarde he mirado el cuadro en diferentes visitas al museo del Prado y he leído acerca de él lo que han escrito algunas y algunos de sus investigadores. Pues sí, me fascinó, ha sido tanta esa fascinación y durante tantos años que me permito renombrarlo, desde hace no mucho tiempo, para mí es “La familia de Velázquez”, me cuadra mucho más ese nombre para explicar un poco lo que quiero contarles acerca del cuadro.

Mirando esta pintura veo una luz, la de atrás, que tiene que llenar la estancia para sobredimensionar el lienzo. El pintor vuelve a su hogar, después de estar por segunda vez en Italia, y parece que se siente obligado a ostentar sus atributos de pintor. Le viene que ni pintado el encargo que le hará el rey, está en la plenitud de su arte y nos lo muestra con todo lujo de detalles.

Felipe IV, después de apreciar el cuadro en todas sus dimensiones, no pudo menos que conceder a Velázquez la cruz de Santiago. Se la ganó a pulso pues le demostró que estaba a su altura desde su profesión de pintor.

El cuadro fascina y se seguirá interpretando. ¿Qué hubo detrás de la nueva pintura y por qué el rey se quita el sombrero y lo distingue como uno más de la nobleza, con la cruz de Santiago? No es sólo un oficio manual, no, no en el pintor Velázquez. La cruz de Santiago fue pintada después, ¿por el pintor o por el propio rey? Estos y otros interrogantes siguen sin respuesta y están abiertos a otras posibles interpretaciones. ¿Qué conversaciones, qué nivel de amistad mantienen Velázquez y Felipe IV para que le conceda la Cruz de Santiago? Me parece que es como de su familia.

Cuando pensé en una imagen para comentar el ensayo de Asunción Oliva Portolés me acordé de Las meninas de Velázquez, observo en este pintor que se le pueden atribuir, según mi interpretación, las figuras de Ulises y Penélope en su misma persona, según en qué momento de su vida nos detengamos. Y, por supuesto, también representa, a mi modo de ver, el arquetipo de Antígona, incluso más en otra de sus pinturas, en Las hilanderas. Velázquez ha estado en Italia, viaja como el héroe Ulises, regresa a su Ítaca. En el lienzo podemos reflexionar sobre el hilo que va tejiendo Velázquez para contarnos la historia de la escena que nos presenta. Y el grito tenue, en tres dimensiones, que nos lanza el pintor: aquí me tenéis, esta es mi obra y mi profesión. Se levanta frente al poder de quien quiere ostentarlo, de quien se le ponga delante. Y no se esconde tras el cuadro ni está pintando, mira al espectador y muestra sus atributos de pintor: la paleta, el pincel y el gran lienzo cerrando la escena por la parte izquierda del que mira. Espectacular por la armonía que consigue, real por la serenidad, por esas tres dimensiones, por esa profundidad que logra gracias a  la puerta que se abre. El foco de luz de atrás me parece importantísimo, porque envuelve toda la escena dando luz de manera potente a la parte principal, y no menos importante la luz que entra a través de las dos ventanas de la habitación donde se representa la escena, un foco hacia el espejo donde se reflejan los reyes y otro hacia la escena principal resaltando la personalidad de la infanta Margarita.  Se respira el aire.

Los reyes congelados en el espejo, Felipe IV y Mariana de Austria, ¿cómo algo del pasado? El futuro es la pequeña y la ilumina, Margarita,  la representa con la astucia del poder, por la mirada, no mira de frente. Las meninas sirviéndola y cuidándola, ¿la niña mira de reojo a quien le sirve y por lo que le entrega? La otra menina en pose de reverencia ante el poder.

El niño díscolo molesta al perro, que ni se inmuta porque todo está en armonía y en su lugar. No hay de qué preocuparse, nada inquieta al perro, pese a que Nicolasillo esté con el pie sobre el lomo, el perro lo soporta sin más. El  perro, mastín de los montes de León, protector del ganado y del hogar, fundamentalmente de los niños, se encuentra tranquilo cerrando otra parte del cuadro. Pero si no fue perro sino cerdo, la interpretación ya es otra. ¿Quizás un guiño a El jardín de las delicias del Bosco, si tiene algo que ver con el clero?, ¿en ese caso el niño, Nicolasillo,  pisa al cerdo en pose triunfal, como de cazador con la pieza bajo sus pies? ¿Cuántas preguntas más pueden surgir de algo que se cambió por petición real? Nicolasillo pone el pie sobre el mastín, pero el perro ni se inmuta, todo está en orden, pero ¿de qué orden está hablando el pintor?, ¿qué orden nos quiere transmitir? Al lado Mari Bárbola dispuesta a entretener a la infanta mirando al que mira, con toda dignidad, para cumplir con su papel.

Seguimos con las figuras de la escena: el aposentador, José Nieto,  sale por la puerta para dar luz, mero brazo del pintor, punto de fuga también. Aposentador es un cargo de la casa real que ejerció el propio pintor. La infanta Margarita representa el poder, el artista la debe adorar, pero en la mirada veo la astucia, no ha dejado de atribuirle uno de los signos del poder. ¡Es tan extraordinario este pintor! La pequeña es el futuro poder y todos giran alrededor de ella, tiranía de los niños, también de las mujeres. El poder no tiene género, la tiranía puede ser ejercida por los hombres y por las mujeres, incluso por los niños.

El pintor representa a su familia, la pinta como si nos la estuviera presentando, es real,  como si permanecieran ahí cada uno de ellos. Velázquez nos muestra sus herramientas de pintor y eterniza a su familia, el perro en el otro ángulo guardando el hogar, el del artista. Consigue otra dimensión, el aire se respira, pinta la escena como en tres  dimensiones, consigue que parezca real. La familia frente al poder, el de los reyes que quedan reflejados en el espejo. En esa estancia, el cuarto del príncipe, el pintor trabaja con su familia. Margarita se entretiene con los enanos, Mari Bárbola y Nicolasillo;  y las meninas, María Agustina Sarmiento de Sotomayor e Isabel de Velasco,  la cuidan. Diego Velázquez se encuentra en su casa.

Además eterniza su profesión: la pintura es la protagonista por el enorme lienzo y la manera de mostrárnoslo junto a la paleta y el pincel. Es el patriarca de la familia, años después Felipe IV le concede la cruz de Santiago. Paz en esa estancia tan hogareña, luz entre los oscuros de la familia, la luz realza las figuras de la niña, las meninas y los enanos. Velázquez convierte el cuarto en su hogar, eterniza el momento hogareño que él nos transmite.

La pareja de guardadamas en penumbra. La mujer en menos penumbra, ¿futuro de las mujeres, según el pintor? Pues las protagonistas en este caso son las mujeres, y en otras más de sus pinturas. Considero que a Velázquez se le podría rescatar entre los pintores que reivindican a las mujeres porque las pinta con dignidad. Representó a las mujeres en el papel que se les ha atribuido a lo largo de la historia, pero con un digno protagonismo. Opino que se podría  reivindicar a Velázquez porque nos muestra a las mujeres en primer plano, pese a su desnudo femenino, ya sabemos, el de La Venus del espejo, pero pinta a las mujeres con dignidad, como a cualquier otra persona ocupe el puesto que ocupe en la escala social. Por tanto,  me parece que es  un varón rescatable, como pintor,  por el trato que da a las mujeres, pese a lo de la Venus, tema tratado por alguna feminista.

Si a las mujeres nos han relegado durante siglos al hogar y es desde ahí donde hay que  enterrar a los muertos, es por lo  que Antígona se alza frente al rey para decirle: deja que yo realice mi labor como me corresponde, se dirige al rey para reivindicar su papel. Por todo lo expuesto, para finalizar, si no han conseguido coger el hilo en Las meninas les invito a mirar la hebra de Las hilanderas, también representa El hilo y el grito, a mi modo de ver. En este caso, podemos dar más relevancia a la figura de Antígona por estar relacionada con la muerte.

Y si, según nos muestra Velázquez en Las hilanderas, esto es cuestión de tiempo, pues lo que tenemos es que disponemos de una vida con muerte segura, no puedo terminar sin formularme otra pregunta más: ¿por qué la vida y muerte de unas personas recibe mejor trato que la de otras?