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domingo, 12 de febrero de 2012

SEMBLANZA VII



Le gustaba la lectura

y no le interesaba la costura,

se lo podía permitir y dedicó

parte de su tiempo a escribir

novelas, cuentos, ensayos,

libros de viajes; es tanta su producción

que su estudio nos llevaría años

para poderla discernir.

No le abrieron las puertas

de la Real Academia,

sí la enmarcaron en la galería

entre otros ateneístas.

Nos legó: La tribuna,

Los pazos de Ulloa,

Un viaje de novios,

Los cuentos de Marineda,

la revista El nuevo teatro crítico

-conocía bien al padre Feijoo-

e incluso una intrigante

novela corta, La gota de sangre.


M. Godúver




martes, 7 de febrero de 2012

SEMBLANZA VI


Un muchacho de Orihuela

a pesar de la represión paterna

busca insaciable en los libros

los versos de otros poetas,

se reúne con grandes amigos

y acude a la biblioteca.

Consigue un puesto en Madrid

y se codea con gente afín:

años de alegrías e ilusiones

junto a pintores y escritores.

La Elegía es un llanto

a una muerte que le duele tanto.

Llegan gritos de guerra,

sufrimiento de adultos y niños,

cuerpos abandonados

en las cunetas.

Nanas de cebolla y hambre

en aquellos años de cárcel.


M. Godúver

sábado, 28 de enero de 2012

SEMBLANZA V


Fueron tan tempranos sus deseos

de conocimiento

que a los tres escasos años

ya había aprendido el alfabeto.

Quiso ir a la universidad

aunque el vestido lo debiera trocar,

pero no fue posible tal anhelo

y pasó su vida en el convento.

Si ya entonces le pareció

ardua la tarea de saber

cuánto más difícil sería

adquirir tantos datos en estos días

cuando todo corre a una velocidad

que da vértigo sólo pensar.

El amor a sus virreinas

le proporcionó una ilusión,

supo de las heridas de amor

por no corresponder

o por no ser correspondida,

sintió las brasas de Cupido

y decidió no vivirlo.

Sus últimos años se fue despojando

de todo lo material,

a la fuerza y por voluntad,

pues nada se hubiera podido llevar.



M. Godúver


viernes, 20 de enero de 2012

SEMBLANZA IV


En Nueva York nos cuentas

que eres poeta,

describes a tu manera

a las mujeres que te rodean,

cuentas la tragedia del torero

como si fueras uno de ellos.

Acercaste la cultura al pueblo,

disfrutaste con tus compañeros

en “la colina de los chopos”.

Te sacaron a la fuerza

del domicilio de los Rosales

y dicen algunas lenguas

que te encuentras bajo los olivares.

Te lo arrebataron todo,

a una edad tan temprana

te cerraron las ventanas:

la muerte disparó plomo

y sangraste como el Camborio.



M. Godúver



martes, 3 de enero de 2012

SEMBLANZA III


Nació con una herida,

la piedra gris de la melancolía,

intentó extraerla

en los trabajos y las noches…

la muerte se resbalaba

entre las líneas

de los versos que escribía,

tantas veces la provocó

que siendo joven se la llevó.




M. Godúver



miércoles, 16 de noviembre de 2011

SEMBLANZA II


El viaje en los brazos
de su padre en los primeros
años de vida
la marcó para siempre,
aquel recuerdo la acompañó.
Después, junto algún primo
y su adorada hermana
cuando podía volaba;
transitó por la mística
y por la filosofía.
Su primera etapa en Madrid
no fue muy larga porque una guerra
cortante y fría la convirtió en exiliada
durante mucho tiempo.
Pasó el exilio en México,
Cuba, Italia, Suiza…
finalmente regresó a España.
Sus escritos nos hablan
de la gente, de ella,
de la vida y sus miserias,
también de la alegría
y de las irrenunciables utopías.
Nos introduce en los claros del bosque,
nos cuenta de Europa y su agonía.
En un sueño creador ve
un posible horizonte,
una aurora en lo divino del hombre.
En fin, un mundo diferente
con la piedad como referente.



M. Godúver



jueves, 10 de noviembre de 2011

SEMBLANZA


M. Martín Morgado




Salió de Andalucía
y de su patio familiar,
se marchó a Castilla
a vivir junto al río curvo
y al árbol vetusto.
Paseó con Leonor
y nos contó en poemas
los suspiros por Guiomar.
Nos legó lo escrito y nada se llevó.
Tuvo que soportar una guerra
y cruzó una frontera
que nunca más volvería a pasar.

Soñó con un caballito de cartón
y, entre sueño y sueño, la muerte se lo llevó…
quién sabe si dormirá.



M. Godúver