
Le gustaba la lectura
y no le interesaba la costura,
se lo podía permitir y dedicó
parte de su tiempo a escribir
novelas, cuentos, ensayos,
libros de viajes; es tanta su producción
que su estudio nos llevaría años
para poderla discernir.
No le abrieron las puertas
de
sí la enmarcaron en la galería
entre otros ateneístas.
Nos legó: La tribuna,
Los pazos de Ulloa,
Un viaje de novios,
Los cuentos de Marineda,
la revista El nuevo teatro crítico
-conocía bien al padre Feijoo-
e incluso una intrigante
novela corta, La gota de sangre.
M. Godúver