Fueron tan tempranos sus deseos
de conocimiento
que a los tres escasos años
ya había aprendido el alfabeto.
Quiso ir a la universidad
aunque el vestido lo debiera trocar,
pero no fue posible tal anhelo
y pasó su vida en el convento.
Si ya entonces le pareció
ardua la tarea de saber
cuánto más difícil sería
adquirir tantos datos en estos días
cuando todo corre a una velocidad
que da vértigo sólo pensar.
El amor a sus virreinas
le proporcionó una ilusión,
supo de las heridas de amor
por no corresponder
o por no ser correspondida,
sintió las brasas de Cupido
y decidió no vivirlo.
Sus últimos años se fue despojando
de todo lo material,
a la fuerza y por voluntad,
pues nada se hubiera podido llevar.
M. Godúver
1 comentario:
Juana Inés de la Cruz
una excelente poeta
de la tierra americana.
Su cultura era tan vasta,
su inteligencia tan clara,
que no pudieron con ella
ni teólogos ni macarras.
En el convento tenía
una biblioteca amplia,
y para escribir y amar
papeles y pluma usaba.
A dos virreinas sedujo
con amorosas palabras,
no hay mejor arma de amor
que los versos de sor Juana.
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