sábado, 28 de enero de 2012

SEMBLANZA V


Fueron tan tempranos sus deseos

de conocimiento

que a los tres escasos años

ya había aprendido el alfabeto.

Quiso ir a la universidad

aunque el vestido lo debiera trocar,

pero no fue posible tal anhelo

y pasó su vida en el convento.

Si ya entonces le pareció

ardua la tarea de saber

cuánto más difícil sería

adquirir tantos datos en estos días

cuando todo corre a una velocidad

que da vértigo sólo pensar.

El amor a sus virreinas

le proporcionó una ilusión,

supo de las heridas de amor

por no corresponder

o por no ser correspondida,

sintió las brasas de Cupido

y decidió no vivirlo.

Sus últimos años se fue despojando

de todo lo material,

a la fuerza y por voluntad,

pues nada se hubiera podido llevar.



M. Godúver


1 comentario:

viky frias dijo...

Juana Inés de la Cruz
una excelente poeta
de la tierra americana.
Su cultura era tan vasta,
su inteligencia tan clara,
que no pudieron con ella
ni teólogos ni macarras.
En el convento tenía
una biblioteca amplia,
y para escribir y amar
papeles y pluma usaba.
A dos virreinas sedujo
con amorosas palabras,
no hay mejor arma de amor
que los versos de sor Juana.