
No es un placer vender libros,
los libros son para leer,
para que se cuiden en las bibliotecas
y sean de provecho
para quien le interesan.
Estamos tantos y está todo
tan mal repartido
que nos hemos ido inventando
oficios de muchos tipos
y algunos tienen poco sentido.
Venimos al mundo cargados
de materia y para seguir vivos
precisamos alimentarnos,
vestirnos; estamos tan necesitados
que para existir tenemos
que rellenarnos de vez en cuando.
Hay oficios por vocación,
otros por satisfacción,
pero la mayoría son por obligación:
por aquello de que la necesidad
obliga a bregar quieras o no.
Hoy nos hacen creer que el trabajo
es un privilegio, cuando el privilegio
se caracteriza por ser de pocos.
El trabajo de casi todos
es algo así como un castigo que hay cumplirlo,
el precio que pagamos por seguir vivos.
Me pongo a pensar en lo que padecerán los padres
que tengan que sacar a muchos adelante.
Y qué decir de las necesidades intelectuales.
Si algún día todos trabajáramos por vocación
o por satisfacción sería un placer,
no nos dividirían entre los que vigilan,
los que castigan... los que desobedecen al poder.
A veces te hacen pensar si ser defraudador
es una profesión,
porque un día me dijo un policía:
-Señora, se dedica a robar, él gana más que usted
al final de mes.
Seguimos en una lucha continua, en una guerra
que sólo a algunos le interesa
para sentirse los dueños de esta tierra.
M. Godúver
1 comentario:
El trabajo es un castigo,
ya lo dijo dios en el paraíso.
En cuanto a los ladrones,
los hay pobres y ricos:
los ladrones pobres
acaban en la cárcel;
los ricos, en un banco
o en el hemiciclo.
A nadie le gusta vender lo que ama,
ya sean personas, cuadros o libros,
pero hay que deshacerse de algunos ejemplares
para poder vivir entre los no vendidos.
Publicar un comentario