En uno de mis paseos
vi las ventanas de las ponedoras,
las mimaban tanto
que las alimentaban con
manzanas para conseguir
calidad en los huevos.
Sorpresa por sus dimensiones
eran iguales y me trasladaron
junto a mis padres.
Ellos bajaban con la espuerta
yo subía a gatas por la escalera,
pero no me acuerdo…
me lo contaron y lo cuento.
De entonces
me vienen a la memoria
las chapas con su número
y aquella habitación
y aquella habitación
tan estupendamente orientada
destinada a las gallinas.
1 comentario:
Simpáticas gallinas
-entre animal y vegetal-
con sus crestas onduladas
y sus frutos redondos.
Cuánto hicieron por nosotros,
campesinos, en tiempos de penuria.
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