La vejez es como la otra cara
de la etapa de la niñez:
ya no te ríen las gracias,
ya no tienes a papa o a mama.
El camino es inverso y
sin esperanza, parece
que todo se haga sin ganas
pero es otra etapa,
tenemos que reivindicarla
¡La vejez!,
-quiero reivindicarla-.
Me refiero a la palabra, no
me gustan nada esos edulcorantes
de l@s mayores o la tercera edad
¿quién los inventará?, ¿de qué van?
También reivindico esta etapa
de madurez, de reflexión, de calma.
Es como conseguir la manera
de salir del atolladero;
desenmascarar la ansiedad,
los deseos, los miedos.
Me acuerdo ahora
de la Beauvoir y de su obra
La vejez, bajo este título
realiza un estudio crítico,
histórico, muy preciso.
Y, aunque una de mis maestras
me dijera que El segundo sexo
es más buena, viene bien leerla.
¡Cuánto ha llovido desde
que se escribiera!
¡Cuántos cambios desde
esa época a esta época!
Mas no bajemos la guardia
todavía nos queda,
¡cuánto nos queda!
No quiero ni pensar en la
feminización de la pobreza.
Hay un atisbo de dicha
porque podemos convertirnos
en mujeres sabias que
comunican cuando hablan.
No imitemos a los viejos,
a esos viejos cascarrabias.
¡Seamos viejas sabias que
dialogan cuando hablan!
M. Godúver
1 comentario:
Permíteme unas apostillas a tus reflexiones:
En la vejez sí te ríen las gracias, pero no papá y mamá, sino los jóvenes que no entienden nada.
Los niños son cercanos a los viejos por esa simetría que mantiene a unos y otros equidistantes de los límites de la existencia, principio o final.
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