Algunas chicas buenas
saltaban a la cuerda
cuando todas éramos
candorosas y tiernas.
Años de infancia
con sospecha
a la espalda
sin haber hecho nada.
El trabajo era el juego
y la educación ni un deseo.
Veníamos del hambre,
la miseria y la guerra.
Existía algo silenciado
de lo que no nos librábamos.
Después llegaron
otras cuerdas
que oprimían el cuello,
la cabeza y el pecho:
España dividida
en malos y buenos.
A quienes nacimos
en la zona muerta
de esa España hambrienta,
a algunas y algunos
hijas e hijos,
nos contaban
que no se podía hablar
por miedo al qué dirán
o a lo que te harán.
Llegamos a jóvenes
pensando en otros tiempos
y como nuestros ancestros
dijeron: mande quien mande
abajo estaremos.
Han pasado los años,
hemos prosperado,
pero vienen de otras partes
a resolvernos los trabajos
mal pagados, ahora
a ellos les toca
ser los silenciados.
M. Godúver
5 comentarios:
Muy bonita la imagen y lo que cuentas.
La humanidad somos así, pero a pesar de tanta cadena y tanto silencio, somos unas mujeres estupendas y sigamos bailando que lo que hemos bailado ya no nos lo quita nadie ni lo que bailamos ahora tampoco.
Lucho por verlo como tú, en cuanto a los "venidos de fuera" se refiere. Tiemblo en la práctica de que me toquen de vecinos, de que sean mayoría en el aula y perdamos todos la libertad (ojo con hablar del velo islámico delante de alguno de ellos)... Mi cabeza no va a la par con mis sentimientos ¡ay de mí! Me aterra el facherío implícito que puede ocultarse en esto. ¡Aiuto!, que significa ¡socorro! no quiero pensar así.
Yo no me siento culpable
por ser estricta en mi análisis:
Me parece demasiado fácil
clasificar a los humanos
según su procedencia.
Los de dentro y los de fuera
son buenos o malos
dependiendo de su “conciencia”
(por llamar de alguna forma
el pensar en los demás,
y eso es algo que a los fachas
les suele faltar).
Han pasado aquellos años
de amores y desengaños
y, aunque no tenemos hambre,
ahora nos duelen los huesos
o padecemos calambres.
Continuamos con los sueños
y, además, con los recuerdos;
no parece haber cambiado
la estación sentimental;
quizá somos más conscientes
de nuestro entorno social,
pero, en cuanto a los amores,
seguimos más o menos igual.
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