
Lluvia en las calles
de mi infancia,
barro que transporto
a los portales,
esteras de esparto
protegen la entrada.
Traspaso a toda prisa
la oscura cocina
y veo a la izquierda
la puerta de las cámaras,
¡tan siniestra!,
esas estancias
frías y desoladas…
Llego hasta el fogón
tras cruzar el porche
y me espera su regazo:
un mandil calienta
mis gélidas manos.
M. Godúver
de mi infancia,
barro que transporto
a los portales,
esteras de esparto
protegen la entrada.
Traspaso a toda prisa
la oscura cocina
y veo a la izquierda
la puerta de las cámaras,
¡tan siniestra!,
esas estancias
frías y desoladas…
Llego hasta el fogón
tras cruzar el porche
y me espera su regazo:
un mandil calienta
mis gélidas manos.
M. Godúver
3 comentarios:
Nos deseo
que dentro del desolado paisaje
siempre se oculte una madre
que nos mantenga
las manos cálidas
y el corazón fortalecido.
¡Qué alegría encontrar una madre cálida y amorosa!
Colec
"Madres no hay más que una"
Becky
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