martes, 19 de noviembre de 2024

OTRO CUENTO NAVIDEÑO

 




Otro cuento navideño

 

 

                                    Mercedes Merino Verdugo 

 

 

 

 

 

                                     Jose Antonio Merino Quintanar

                                     Fotografías e imágenes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                Dedicado al benjamín de la familia,

                                                                              Álvaro Raboso Sánchez

                                                                       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Vacaciones de Navidad, este año voy a ver a los primos! Nos vamos unos días a la casa que tiene nuestro tío José Antonio en el monte y, luego, irán llegando el resto de la familia para celebrar el final de un año y el comienzo de otro.

El viaje fue agotador, estamos cansados, gracias a mi tío nos encontramos ordenada la vivienda para acomodarnos en ella.

Nos permitimos un leve descanso y después salimos a echar un vistazo por los alrededores, tras una hora, nos dirigimos de nuevo a la morada.

¡Qué acogedor el habitáculo!, el calor que desprende la lumbre ayuda a conseguir ese ambiente hogareño que a todos nos encandila.

Hemos hecho muchos planes, lo pasaremos fenomenal.

Tenemos ganas de estar los tres primos juntos, de pasar la noche sin dormir, hablando horas y horas cerca de la chimenea recordando muchas aventuras, sobre todo de miedo. Nos atrae de manera especial lo desconocido.

Empezamos contándonos las aventuras más divertidas que nos han ocurrido con los amigos o lo sucedido en el colegio con los compañeros. Luego, entrada la noche, cuando nos encontramos casi apiñados cerca del fuego flota algo misterioso en el ambiente.

Hablamos más despacio, se nos nota el miedo, nuestros ojos brillan más e incluso parece que disminuyen nuestros cuerpos al acercarnos tanto los unos a los otros. Ninguno quiere que los otros piensen que es un cobarde y nos reímos para demostrar nuestra valentía, pero las risas nerviosas nos delatan más aún.

La noche, las historias y la atmósfera que hemos creado nos ponen en tensión. Empezamos por recordar películas de miedo, después hechos que nos han contado, y nos empeñamos en asegurar que son verdad aventuras que nosotros mismos nos imaginamos.

Se oyen frases como estas:

“Te acuerdas cuando el protagonista corría, iba a ser alcanzado y sonaron las campanadas del reloj…”

“Y aquella horrible criatura que emergió del fondo del mar…”

“Me contaron que a mi abuelo se le apareció…”

“Y dicen que es verdad eso que ocurre cada vez que…”

Nos esforzamos por seguir allí unidos, mas el sueño termina venciendo nuestros deseos.

El tío llega y decide que ya es hora de ir a dormir. Las camas están preparadas para recibir nuestros agotados cuerpos.

-Vosotros, Bruno y Loreto, os vais a acostar aquí. Álvaro, el benjamín de los tres, va a dormir en esa pequeña habitación junto a la mía -dice el tío.

Cuando acompaño a mi prima Loreto a la cocina para beber agua veo un insecto repugnante debajo de un mueble, es como si estuviera acechando nuestros movimientos. Grito, grito tanto que los demás se asustan y vienen corriendo. Bruno sonríe y Loreto me pregunta que si me asusto de una araña.

Me parece que no conciliamos el sueño, una vez acostados se oyen algunos comentarios y risitas forzadas que vienen de la habitación de mis primos.

Se duermen todos, solo queda el silencio aterrador de una noche oscura en un lugar apartado entre los montes. Me parece que tengo sueño…

 

Estamos contentos, el día resultó genial. Pero un acontecimiento imprevisto nos juega una mala pasada. Permanece todo tan oscuro. Oímos ruidos poco conocidos, no podemos distinguir de dónde proceden, ni quién o qué los produce.

De momento no le damos importancia, pero cada vez se hacen más patentes hasta el punto de sobrecogernos, estamos realmente asustados.

Bruno, que es el más valiente de los tres primos, sale al exterior y alumbra con la linterna hacia la oscuridad. No ve nada. El tío sube a la zona abuhardillada acompañado por Loreto para comprobar si viene de allí ese espantoso ruido. Yo me dedico a mirar a través de las ventanas, el exterior es una mancha negra, no se puede distinguir nada. Aterrorizados nos reunimos de nuevo para buscar una explicación a todo aquello que nos está ocurriendo.

Escuchamos algo parecido a un gruñido animal o un quejido humano o puede, incluso, proceder de un aparato mecánico grabado a propósito. Lo que nos inquieta es que cada vez lo oímos más cerca…, y esto nos acaba poniendo los pelos de punta y los nervios a flor de piel.

Por aquellos parajes sólo estamos nosotros. Tratamos de calmarnos unos a otros, de armarnos con objetos contundentes o terminados en punta. Nos preparamos para cualquier eventualidad. Cada vez se oyen los ruidos más cerca, pero no vemos a nadie. ¿Contra qué o quién vamos a enfrentarnos? Lo que sí parece seguro es que el sonido procede del exterior.

Cogemos las linternas para salir, dirigimos el foco luminoso a varios puntos. No se ve nada. De pronto cesa el ruido. El silencio es más espantoso si cabe. Emito un grito aterrador.

-¡No!

Siento que me oprimen muy fuerte el pie y tiran de mí, me agarro al brazo de uno de mis primos, creo que es a Loreto y ella tira a su vez del tío. El extraño ser nos arrastra cada vez más.

Nuestras fuerzas empiezan a flaquear, llega a tiempo Bruno y da un fuerte golpe a esa enorme masa, me siento libre de la trampa en la que he caído.

Casi no puedo caminar, me arrastran hasta el interior de la vivienda.

Una vez allí, examinamos mi pie por el lugar que ha sido oprimido para encontrar una pista, cualquier indicio. ¡Es inútil! Por las señales que vemos en mi pierna parece que he sido atrapado por unas grandes y resistentes pinzas. El dolor es insoportable.

El tío saca el botiquín de primeros auxilios, pero no le ha dado tiempo a levantar la tapa cuando se abre la puerta de golpe.

No entra nadie, aparece un fondo oscuro, es noche cerrada. El ruido sigue allí. Loreto está tan sorprendida que no puede más y grita:

-¡Por favor! ¿Quién está ahí?

Y todos nos unimos a ella desesperados para tratar de calmar a nuestro visitante, de hacerle saber que no vamos a causarle daño.

-Conteste, ¡por favor! -dice el tío.

-Nosotros no le haremos daño –asegura Bruno.

Pienso que aquella persona o animal que está fuera sabe que no podemos causarle daño alguno.

-¿Qué pretende? –me atreví a preguntar.

 

No obtuvimos ninguna respuesta. Se ha levantado viento, puede haberse abierto la puerta por ese motivo. Seguro que mi pierna ha sido atrapada por un cepo o he pisado entre algunos matorrales y se ha enredado entre ellos. No estamos muy convencidos de nuestras suposiciones, son para tratar de calmarnos. ¿Y el ruido? -pensamos- ¿Y aquella fuerza que tiraba de nosotros?

La noche produce ruidos muy extraños, pero este se oye cada vez más cerca.

Ahora parece que está en la zona de arriba, se arrastra un cuerpo o eso es lo que nosotros podemos sospechar.

La puerta sigue abierta. Se acerca apresuradamente hasta ella el tío y la cierra. Apoya la espalda en ella y respira profundamente.

Yo sigo sentado en el suelo, mi pierna empieza a entumecerse, la hinchazón va en aumento, aparece y desaparece, siento que me desmayo…

El cuerpo de arriba sigue arrastrándose y el ruido se oye más cerca, pero más suave, emite risas de satisfacción.

Nos situamos en el rincón opuesto a la escalera por la que se accede a la parte de arriba, nos preparamos para cualquier suceso. Se oye caer un objeto pesado, ha debido tropezar con algún obstáculo. El viento sopla cada vez más fuerte, el extraño ruido se percibe cerca… lo sentimos en la parte de arriba.

Nos aproximamos más el uno al otro, no sabemos lo que va a ocurrir.

Vemos que mi pierna empeora. ¿Cómo vamos a enfrentarnos a aquello?

Nuestras caras reflejan el espanto propio de quienes están en peligro, lo que sentimos lo muestran nuestros aturdidos e incontrolados movimientos.

Aquel ser extraño está cerca de la puerta que da a la escalera, en cualquier momento aparecerá.

¡De pronto! Vemos un enorme y horrible bicho asomarse al principio de las escaleras, y yo no puedo moverme, nos ha lanzado una gran telaraña a modo de red para atraparnos. Mis primos corren hacia fuera instintivamente. Me encuentro ante un animal espantoso.

Di un salto a la vez que grito: ¡No!, no me dejéis…

 

Alguien enciende la luz y trata de calmarme, he estado soñando.

Me animan porque no pasa nada, pero estoy sudando en medio de aquella gélida noche. Mi voz sale entrecortada. Me miro la pierna, se encuentra bien, menos mal.

Empiezo a contarles mi pesadilla y se preocupan al verme tan asustado.

-Era como una gigantesca araña, el ruido era terrorífico -les digo- y vosotros querías huir. Pero yo no podía correr.

-Estamos aquí. No pasa nada, ha sido un sueño. ¡Ve a dormir con tus primos! –me dice el tío.

Nos quedamos un rato despiertos los tres porque Loreto quiere que continúe contándoles lo que he soñado. Y sigo a duras penas hablando para explicarles mi pesadilla y para que se me vaya un poco el miedo que todavía perdura.

-No tenemos que contar historias de miedo antes de irnos a dormir -concluye Bruno.

Trato de imitar aquel extraño ruido para que ellos puedan comprender lo espantoso que era, lo tenía grabado en mi mente. ¡Los tres sonreímos juntos, llegan las terapéuticas carcajadas que consiguen calmarme!

 

Cada cuento cuenta con su moraleja y esta puede ser una de ellas. Ahora, me dirijo a quien está leyendo o escuchando estas líneas: olvidemos nuestros miedos ancestrales que nos han ido contando y contagiando generación tras generación.

Vivamos el presente con auténtica ilusión, nos cuesta poco y ganamos mucho, aspiremos a convivir en un mundo fantástico en el que nos permitamos crecer con verdadero amor y en armonía.

 

 

No hay comentarios: